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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Trabajar horas y horas, de longitud inacabable, despidiéndose para siempre de las horas calmas y fugaces dedicadas al ocio contemplativo y al coloquio secreto con su habitante interior.... ¡Imposible! Tal era el pavoroso faraón crónico que traía a mal traer a Belarmino. Buenas tardes nos dé Dios. ¿Hay alguien en la casa? dijo una voz flaca y aguda, como de flautín, que caía de lo alto.
Figúrese lo que serían aquellos buques pequeños con las tripulaciones amontonadas y la madera corroída por toda clase de bichos repugnantes... Como al llegar a la línea el calor hacía que los marineros anduviesen medio desnudos y aprovechasen las largas calmas dándose baños, esta higiene momentánea exterminaba los temibles compañeros, justificando la creencia de que morían por falta de aclimatación al pasar de un hemisferio a otro.
El caso era ganar tiempo, porque apenas pusiese tierra en medio el peligro cesaba.... No obstante, el prudente Baltasar temía, temía una campanada inoportuna, que diese al traste con sus nuevos planes. ¿Qué te dijo? interrogó ansiosamente Amparo. Que vendría repuso la Comadreja. Pero... ¿cuándo? No quiso explicar cuándo. ¿Piensa él que estoy yo para esas calmas?
Andando el tiempo, el muchacho pasaba del castillo de proa á la cámara del buque: allí corrían entre tempestades y calmas los años de su juventud y de su edad viril, y regresaba de sus peregrinaciones por el mundo á envejecer, morir, y mezclar su polvo mortal con el de la tierra que le vió nacer.
Las calmas que veníamos experimentando nos agotaron casi todo el fresco de que podíamos disponer, así que, aprovechando el seguro y resguardado puerto de San Jacinto, anclamos en él á fin de refrescar víveres. San Jacinto es un pintoresco pueblecito situado en la isla de Ticao.
Así se salvó la nao, y Carreño, en tres días, engañando al demonio, pudo pasar de un mundo a otro. La sed era el tormento de los largos viajes interrumpidos por las calmas. Corrompíase el agua, y los alimentos, salados en demasía, excitaban en todos el ansia de beber. Las familias emigradoras se sustentaban con las provisiones que habían hecho antes de embarcar.
Calmas la sed del césped que, al besarte, bebe tus cristales gota a gota. Y aunque el duro pedernal intente devorarte en su seno Te alejas juguetona, y corres a llevar tus virginales perlas A los más profundos huecos de las montañas.
Tripulantes y soldados dormían sobre las tablas. Los capitanes y personajes tenían por toda comodidad una colchoneta arrollada en el castillo de popa. Las provisiones eran saladas o avinagradas, para resistir los cambios de temperatura. Las grandes calmas del Océano hacían escasear con su larga inmovilidad la provisión de agua.
A mí me trajeron en una goleta de Cádiz con cargamento de sal declaró Manzanares, antiguo amigo de Goycochea . No sé cuánto tiempo estuvimos quietos en la línea por las malditas calmas. ¡Y qué alimentación!... El mejor librado era yo, que por ser muchacho ayudaba a los de la cocina y podía rebañar las sobras de los calderos... Y ahora, señores, nos damos el gusto de venir aquí.
Todo sonríe: no hay motivo para inquietarse. Mas, al avanzar hacia la Línea, cesa la brisa vivificadora y el aire se vuelve sofocante. Se penetra en la zona de las calmas que dominan bajo el Ecuador y separan inmutablemente los alisios de nuestro hemisferio Boreal de los alisios del hemisferio Sur. El cielo está cubierto de pesadas nubes; á cada momento llueve á mares.
Palabra del Dia
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