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En las costas del Perú y de Bolivia, donde el agua pura es muy rara, miran frecuentemente con desesperación la vasta extensión de las ondas saladas. La tierra árida tiene un color amarillo, el cielo es azul ó de un color de acero.

Enrollada la saya en torno de la cintura, tocada la cabeza con un pañuelo de lana, cuyos flecos le formaban caprichosa aureola; asido el ramo de tejo, de cuyas ramas pendían rosquillas, estaba la peregrina que va a la romería famosa a que no se eximen de concurrir, según el dicho popular, ni los muertos; a su lado, con largo redingote negro, gruesa cadena de similor, barba corrida y hongo de anchas alas, el indiano, acompañábanle dos mozos de las Rías Saladas, luciendo su traje híbrido, pantalón azul con cuchillos castaños, chaleco de paño con enorme sacramento de bayeta en la espalda, faja morada, sombrero de paja con cinta de lana roja.

Y así comiendo el ante por pos, y el pos por ante, y el medio por todos, concluyen su comida sin quedar conclusa su hambre... Pedid de beber en medio de la mar; morireis de sed, que os darán el agua por onzas como en la botica, después de hartos de cecinas y cosas saladas; que la señora mar no sufre ni conserva carnes ni pescados que no vistan su sal.

Debajo de esta corriente superficial existía otra en sentido opuesto, que devolvía una parte del Mediterráneo al Océano, por ser más saladas y densas las aguas mediterráneas que las atlánticas. La marea apenas se hacía sentir en sus riberas.

Y la gente de á pie, desde la acera, hacía coro á aquellos diálogos batiendo las palmas, celebrando con igual algazara los requiebros picarescos de los mancebos que las respuestas saladas de las niñas. Cruzaban numerosas comparsas ataviadas con trajes originales, unas de majos, otras de trovadores, otras de frailes, etc., todas tocando y cantando muy concertadamente.

¡Ay, qué gracioso!... ¡Qué monísima es la criatura! exclamó la fundadora con amable ironía y gracejo . Estas... hartas de pecados son muy saladas cuando se hacen las inocentes. ¡Creyó que le podría querer! ¿Y qué hizo usted para conseguirlo?... ¡Ah!

El cariño de Chemed tiene algo de maternal. ¡Es tan buena conmigo! ¡Es tan alegre y chistosa! ¡Qué tonterías tan saladas se le ocurren! ¿Cómo no he de reírme al oírlas? ¿He de estar siempre llorando? No: no es menester llorar: no es menester negarse a todo consuelo, como una bestia feroz, para demostrar que es uno fiel y consecuente.

Un poeta llamado DON QUINCOCES Andaba semivivo en las saladas Ondas dando gemidos y no voces. Con todo dixo, en mal articuladas Palabras: o, señora, la de Pafo, Y de las otras dos islas nombradas, Muevate á compasion el verme gafo De pies y manos, y que ya me ahogo, En otras Linfas que las del Garrafo.

Sobrepuestas á diferentes alturas, ó vertiéndose lateralmente en opuestas direcciones, corrientes cálidas, contracorrientes frías, ejecutan entre la circulación del mar, el cambio de las aguas dulces y saladas, la pulsación alternativa que es su resultado. Lo cálido bate de la Línea al polo, lo frío del polo al Ecuador.

Tripulantes y soldados dormían sobre las tablas. Los capitanes y personajes tenían por toda comodidad una colchoneta arrollada en el castillo de popa. Las provisiones eran saladas o avinagradas, para resistir los cambios de temperatura. Las grandes calmas del Océano hacían escasear con su larga inmovilidad la provisión de agua.