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Hay en el Estado cerca de 800 escuelas primarias, 10 colegios comunales y 22 escuelas secundarias, unas clásicas y otras politécnicas. Allí se mira con particular atencion la ciencia económica, y no ha muchos meses que Losana reunió un congreso y un concurso de economistas europeos para combinar el mejor sistema de impuestos.

El piso bajo, ventilado solamente dos veces al mes por el jardinero, que al mismo tiempo era conserje, olía á humedad. Pero las ventanas daban á una gran pradera á la que servían de marco hermosas arboledas, y á lo lejos, más allá de la llanura, los bosques comunales de Saint-Victor extendían sus ramas sombrías en las que cantaban los melancólicos cucos.

V. á Sánchez, ed. de París, pág. 418. «Fise muchas cántigas de danza é troteras Para jodías et moras, é para entendederas. Para en instrumentos de comunales maneras, El cantar que no sabes, oílo a cantaderas. Cantares fis algunos de los que disen los ciegos, Et para escolares que andan nocherniegos, Cazurros e de bulras, non cabrían en diez pliegosConsúltese á Fern.

Acabaron las libertades feudales y comunales como incompatibles con la nueva organizacion de la sociedad; tambien debia lógicamente acabar un sistema de arquitectura inadecuado ya para la vida pública y privada atendida la nueva direccion que habia tomado el entendimiento humano en todas las cosas. Y habia acabado en efecto por la impotencia de producir formas nuevas.

No obstante, al aproximarnos más a ella, viéndola surgir de la blanca planicie cubierta de nieve, sentimos que respiraba silenciosamente el ambiente de esa época olvidada, cuando las mensajerías de York y Londres pasaban por allí, los enmascarados caballeros de los caminos estaban escondidos en el bosque sombrío de abetos que se extendía más allá de los abiertos terrenos comunales de Kirkhouse Green, y los postillones no se cansaban de alabar aquellos maravillosos y célebres quesos en la vieja posada Bell, en Stilton.

Definiéndolos por sus características, Swift dijo que "el inglés es un animal político y el francés un animal social", y así era en esa época en que los poderes políticos estaban universalmente insumidos en los militares, y sólo en Inglaterra las instituciones comunales y la vida parlamentaria habían preservado la oportunidad política, que suscita las aptitudes políticas, al lado de la oportunidad religiosa, que había desalojado a las de la civilización grecorromana, de tal modo que la energía mental, encauzada en esos dos canales, sólo produjo caudillos y santos, castillos y conventos, la literatura caballeresca y eclesiástica.

Como había dicho Simón a su madre, el día siguiente era el señalado para la reunión del sindicato que se había constituido para resistir mejor a las pretensiones de la Administración forestal; se componía de algunos consejeros comunales, de varios propietarios de los pueblos vecinos y de Simón Princetot, que más especialmente representaba a la señora Liénard.

Y sin embargo, ¡cuánto se amaban! Su cariño era antiguo. Databa de cuando Demetria, niña de nueve ó diez años, iba con su padre á Peña-Mea. Porque el tío Goro poseía en aquellos campos, no lejos de la Braña, una cabaña con su establo y alrededor un prado cercado. Allí solía llevar parte de sus vacas en los meses de calor: pacían el prado y las yerbas pertenecientes á los pastos comunales del concejo de Laviana: retirábalas al llegar el mes de Octubre. Generalmente solía dejar á su cuidado un criadillo, pero una ó dos veces por semana iba él allá á enterarse de lo que ocurría y llevar provisiones de boca al pastor. En estas excursiones le acompañaba alguna vez Demetria cuando tenía menos años. Ningún placer más grande para la niña que salir con su padre antes que rayase el alba, pasar el día entero jugando sobre aquellas montañas y regresar á la noche cargada de zampoñas, jaulitas para grillos y huevos de buitre. Todas estas cosas y otras más le proporcionaba Nolo, que apacentaba las vacas de su padre cerca de las del tío Goro. El mancebo de diez y seis años y la niña de diez se trabaron con estrecha y cariñosa amistad. Ella gozaba siguiéndole cuando se metía por entre los zarzales en busca de nidos ó cortaba ramas de saúco para hacer flautas ó varitas finas de salguera para fabricar jaulas.

Los chamorros no conocen el impuesto del tributo, no sucediendo lo mismo con el servicio personal, que casi en su totalidad es redimible, siendo tal concepto la verdadera cantidad positiva que constituye las cajas comunales. El chamorro está obligado también á formar parte del batallón de Milicias urbanas al servicio de las islas, cubriendo plazas á medida que vacan.

El pueblo votó directamente la Constitucion en 1858, y esta rige en el país á satisfaccion de sus habitantes. Conforme á ella el pueblo es soberano, y se gobierna por en los negocios comunales y por el sistema representativo en los generales del Canton, siguiendo reglas análogas á las de Ginebra y Vaud.