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Su máscara de misantropía y aquella displicencia de genio perseguido eran natural consecuencia de haber llegado al medio siglo sin encontrar su asiento, pues treinta años de tentativas y de fracasos son para abatir el ánimo más entero.

La unción de Paulita se comunicaba á las otras dos, y la misantropía amarga de Salomé se repetía igualmente en las demás. La alegría, el dolor, las alteraciones de la pasión y del sentimiento no se conocían en aquella región del fastidio. La unidad de aquella trinidad era un misterio.

Todos han ensalzado unánimes la serena melancolía que el libro revela, la mirada firme y desengañada que el autor dirige sobre las cosas humanas, la amargura sin misantropía con que juzga nuestro estado social, y la verdad poética con que le ennoblece.

La mujer acomodada de una aldea, la rústica que paga jornales, la alcaldesa de monterilla, no se conmueve ni esparce nunca. Dentro de su casa es una afanada hormiga: en la calle, ó cuando recibe la visita de un forastero, no habla sino lo más preciso, no sonríe ni por casualidad, desea perderos de vista, demuestra una misantropía horrorosa.

El P. Florentino no se acordaba ya de la indiferente acogida que dos meses antes le había hecho el joyero, cuando quiso interesarle en favor de Isagani, preso por su exaltation imprudente; se olvidada de la actividad que Simoun había desplegado para precipitar las bodas de Paulita, bodas que habían sumido á Isagani en una feroz misantropía, que ponía inquieto al tío: el P. Florentino lo olvidaba todo y solo se acordaba del estado del enfermo, de sus deberes de huésped, y se devanaba los sesos. ¿Debía esconderlo para evitar la accion de la justicia?

Sin embargo, si hubiese conocido entonces la frase de un hombre célebre me la hubiera apropiado, y aseguro que hubiese exclamado en un soberbio arranque de misantropía: No lo que pasa en el corazón de un degradado, mas conozco el de una niña decente, y lo que veo me espanta. Pero como dicha frase me era totalmente desconocida, no pude servirme de ella para satisfacer a los manes de mi tía.

Todas aquellas pasiones venían a parar en una sola, el amor; porque las otras, tales como la ambición desmedida, la aspiración a algo desconocido, la profunda misantropía, o eran cosa vaga y aburrida a la larga, o tenían escaso campo para su aplicación en el pueblo; de modo que el romanticismo práctico venía a resolverse en amor con acompañamiento de guitarra y de periódicos manuscritos que corrían de mano en mano, llenos de versos sentimentales. ¡Lástima grande que este lirismo sincero fuera las más veces acompañado de sátiras ruines en que unos poetas a otros se enmendaban el vocablo, dejando ver que la envidia es compatible con el idealismo más exagerado!

Los síntomas son bascas, convulsión, delirio, frenesí; en su último período degenera en licantropía y misantropía, en cuyo estado el enfermo se siente con arranques de hacer una gran hoguera para quemar a medio linaje humano». Eso está bien dicho; pero algo frío, Bartolo. Duro, más duro en ellos. Veamos cómo te desenvuelves en la voz <i>Fraile</i>.

La impiedad precoz de D. Fadrique vino á fundarse en razones y en discursos con el andar del tiempo y con la lectura de los malos libros que en aquella época se publicaban en Francia. El carácter burlón y regocijado de D. Fadrique se avenía mal con la misantropía tétrica de Rousseau. Voltaire, en cambio, le encantaba. Sus obras más impías parecíanle eco de su alma.

La misantropía que le entró a Juan Pablo desde su desairado regreso del Cuartel Real no se alteró en aquellos días que sucedieron a la herencia. Hablaba muy poco, y cuando doña Lupe le nombraba el casorio de Maxi, como cuando se le pega a uno un alfilerazo para que no se duerma, alzaba los hombros, decía palabras de desdén hacia su hermano y nada más. «Con su pan se lo coma... ¿Y a qué?».