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Arrancándose a la emoción deliciosa en que la había sumido la declaración espontánea de Raúl, se había dominado valientemente y, mostrándole el callejón sin salida en que iba a meterse imprudentemente, la habló el lenguaje imperioso de la razón y del deber. Todo les separaba, nombre, posición y fortuna.

Se lo acababan de decir al salir del Café de París, con el palillo todavía entre los dientes. ¿Quién? Un personaje que entra y sale en la Rosada, como Pedro por su casa: tal ministro se apretaba el gorro, porque el que todo lo puede, se lo había sumido hasta las orejas. O si no era algo muy feo, descubierto en cierta repartición, o algo peor atribuído a algún fantoche de las esferas oficiales.

Sumido en tales meditaciones, paseábase una tarde en el salón de conferencias, solo y cabizbajo, cuando se le acercó un mozo de lustrosas patillas y retorcido bigote, agradable de rostro y pulcramente vestido, diciéndole con la mayor solemnidad: ¡Saludo al señor de los Peñascales! Volvióse éste y miró al otro atentamente; y como no lo conoció, quedóse sorprendido.

eres un señor que permanece tranquilo en su palacio, con todas las comodidades que pueden obtenerse en la época presente, sin correr peligro alguno, mientras media humanidad llora, sufre hambre, se desangra ó muere. El otro, siempre sumido en su asiento, dijo con voz sorda y rencorosa: Me ha insultado... ha querido abofetearme. He detenido su mano junto á mi cara.

Explicándonos el Padre los productos, se habló de las vecinas cordilleras del Sungay, á cuya falda se extiende la laguna llamada por unos de Bombon, por los más de Taal y por algunos Encantada, nombres todos justificados y que tienen su origen, el primero por haber existido en aquellas inmediaciones un pueblo llamado Bombon, el cual fué sumido en los horrores de una erupción; el segundo lo justifica la hermosa y extensa población que se asienta á las orillas de la laguna, y por último, el tercero lo ha encontrado la imaginación oriental en la salvaje y bella perspectiva que presenta aquella inmensa masa de agua sobre la que se levanta el sombrío monte del volcán.

Y cada una de sus llamas lo incita al odio, cada chispa hace estremecer su alma con las torturas de los celos, cada rayo le atraviesa el corazón con un sentimiento de terror y de remordimiento... Gertrudis se ha echado de bruces en el suelo, y llora, llora amargamente... Con la frente inclinada y las manos juntas, él contempla fijamente el cuerpo encantador que yace delante de él, sumido en la desesperación.

En la parte interior la obscuridad era absoluta. Del lado de la verja quedaron los lugareños. Bermúdez, y en pos de él Obdulia, se perdieron de vista en el pasadizo sumido en tinieblas. Después de la enumeración de don Saturno, hubo un silencio solemne. El sabio había tosido, iba a hablar. Encienda usted un fósforo, señor Infanzón dijo Obdulia. No tengo... aquí. Pero se puede pedir una vela.

De esta chica se enamoraba un forastero, ignorante de todo lo que pasaba y había pasado en aquella familia; el forastero era guapo mozo, muy honrado y sumamente noble y sencillo de carácter, por todo lo cual la chica llegaba a quererle con todo su corazón... Y aquí entraba la dificultad que había sumido al autor en grandes dudas. ¿Qué hacía con la pareja de enamorados? ¿Conservaba al novio en su ignorancia y los casaba, exponiéndole por toda su vida a la conmiseración ultrajante del público, que estaba en autos, cuando no a más graves peligros si la cabra tiraba al monte a lo mejor? ¿Le enteraba de todo?

La muchacha, como si la penosa revelación la hubiese sumido en la insensibilidad de los imbéciles, no cerró los ojos, no movió la cabeza para evitar el golpe. La mano de Fermín volvió a caer sin rozarla. Fue un relámpago de ferocidad; nada más. Montenegro se reconocía sin derecho para castigar a su hermana.

Al formularse esta palabra en su cerebro, el corazón le dio un vuelco sin saber por qué. Sintió vagamente que había chocado con algo donde asirse y quedó sumido nuevamente en profunda meditación. No hay que dudarlo. Lo que la ciencia puede darme son las relaciones de las cosas bajo el imperio del tiempo y el espacio. Jamás me dirá su esencia.