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Al salir de la iglesia, me dijo Nanela: Haremos un largo viaje de bodas. Tenemos que irnos lejos, muy lejos. Pues ten por seguro que ese canalla de Tucker nos persigue. Yo contesté: Por seguro lo tengo. ¿Quién se atrevería a dudarlo, quién? Y lancé hondísimo suspiro, exclamando: ¡Oh, miserable Tucker! ¡oh Tucker nunca bastante execrado, vos tenéis la culpa, nadie más que vos! Huyamos.

Podemos trabajar con tesón, luchar y sufrir; pero nuestra labor es bien insignificante al fin y al cabo; las grandes cosas vienen y se van sin esfuerzo de nuestra parte; , no cabe dudarlo. Sin embargo, yo creo que hacéis bien en quedaros con la criatura, maese Marner, puesto que os ha sido enviada, aunque haya personas que no sean de este parecer.

Luego sonó la campanilla y D. José fue a abrir. Fortunata creyó que era Encarnación que volvía de la plazuela; pero se equivocaba. No tardó en oír cuchicheos en la puerta. ¿Quién sería? Después sintió pasos y un chillar de botas que la hicieron estremecer, y se quedó muda de terror al ver en la puerta a Maximiliano. Era él; así lo afirmó después de dudarlo un momento.

El venerable Butrón seguía desde su agujero toda aquella pantomima, y murmuraba nervioso y exaltado: ¡Bien por Currita!... ¡Es lista esa mona Jenny, caramba!... ¡Con que María Villasis haga lo mismo, triunfamos! El señor Pulido, profeta siempre de desdichas, se permitió dudarlo; su olfato finísimo había adivinado un escollo en que el respetable Butrón no paraba mientes.

Motivos me habéis dado para no dudarlo, querido barón, dijo el famoso guerrero con gran risa. Pero venid, y entren también vuestros escuderos. No quiero privar á mi amada compañera del placer de ver en vos á un modelo de nobles, aunque inglés, y á un guerrero famoso.

No sería mucho lo que tendrían que sufrir en sus frecuentes travesías, pues, ciertamente, no gastarían tanto dinero en procurarse molestias. El nombre de esos millonarios, no cabía dudarlo, estaba en todas las bocas y el sport mas costoso, el más raro y el más brillante era el yachting. ¿Por qué no había él de figurar entre los diez ó doce soberanos de la mar? ¿No tenía los medios?

No había que dudarlo, porque el señor Macey agregaba que, en lo que le concernía personalmente, sus facultades nunca habían sido más lúcidas.

Primero la veía borrosa, desvanecida, confundiéndose con los objetos lejanos, con los próximos. Avanzaba como una claridad... temblando... así... Luego no temblaba, tía... era una forma quieta, quieta, una imagen triste; era mi madre: no podía yo dudarlo. Al principio la veía vestida de gran señora, elegantísima. Llegó un día en que la vi con el traje monjil.

Que la pronta y recta administracion de justicia sea la primera base de la felicidad, buen órden y tranquilidad de todos los pueblos del mundo, nadie puede dudarlo; y que en cualquiera nacion donde Astrea no ejerza su augusto imperio en todo el lleno de su poder, no haya mas que confusion y desórden, males de grave trascendencia, de escándalo y dolor, es tambien una verdad que no necesita pruebas, por ser de todos conocida.

Por fin, igual que otras veces, le dijo, mirándole con melancólica ternura: ¡Si fuera verdad!... ¿Y qué derecho tienes para dudarlo? No lo . Corazonadas... miedo. Vamos a ver; apártate un poquito y hablemos fríamente. No dudo de tu sinceridad; pero no confundamos las cosas. ¿Es que me quieres, o es que te parezco bonita? Piénsalo bien: ¿qué soy yo para ti? ¡Mi vida! ¡Mi cielo! ¡Quiá!