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¿Ha tosido usted? preguntó el excusador, sentándose. No... la he pasado toda llorando. El clérigo la miró estupefacto. ¿Cómo es eso, hija mía? Obdulia se llevó el pañuelo a los ojos y no contestó. Al cabo de un largo silencio dejó caer el pañuelo, se apoderó de una mano de su confesor y la besó con efusión repetidas veces y la llenó de lágrimas, exclamando: ¡Soy muy desgraciada!

Hazte la cuenta de que no ha pasado nada entre nosotros de dos semanas acá, y atente a ello si deseas darme gusto. ¿Entendístelo? Pues en la creencia de que , te digo ahora, respondiendo a tu pregunta de antes, que he pasado una noche de las buenas, ¡de las buenas, trastajo! He dormido más de cuatro horas, y no he tosido veinte veces.

Y fue un milagro de Dios que no nos oyera lo más de ello, porque con el obstinado empeño que yo tenía en que había de haber algo entre Lita y el médico, estuve verdaderamente pesado y machacón en ciertos pasajes del diálogo; particularmente durante las escapadas de Mari Pepa a la alcoba, porque había tosido mi tío o se creía que había llamado... o para ver si necesitaba alguna cosa, sin que tosiera ni llamara.

El notario dobló metódicamente las gafas, las puso en el estuche y dijo, después de haber tosido para aclararse la voz: Señorita, tengo que protestar ante todo contra la interpretación errónea de unas palabras en el aire, que no se referían a usted ni al señor de Candore... Si hubiera sospechado ni remotamente la simpatía con que usted se digna honrarle, me hubiera cortado la lengua antes que expresar la menor apreciación desfavorable.

Bien sabe usted lo contrario, abuela... Si el señor cura llega tarde a misa, si se enreda en un oremus si no estaba en el confesionario a la hora exacta, si la señora de Tal ha ido a buscarle a la sacristía, si la señorita Fulana ha tosido en misa, todo es materia de numerosas reflexiones... Pobre señor cura, buena falta le hace tener diplomacia...

Al cabo de algún tiempo unos y otros lo tornaron con calma y se decían riendo: «Acabo de encontrarme con don Rosendo. Qué tal, ¿te ha tosido? Ya lo creo; ¡parecía que reventaba!» Y en el Camarote corrían las bromas y se celebraban las burlas más groseras contra nuestro gran patricio.

En la parte interior la obscuridad era absoluta. Del lado de la verja quedaron los lugareños. Bermúdez, y en pos de él Obdulia, se perdieron de vista en el pasadizo sumido en tinieblas. Después de la enumeración de don Saturno, hubo un silencio solemne. El sabio había tosido, iba a hablar. Encienda usted un fósforo, señor Infanzón dijo Obdulia. No tengo... aquí. Pero se puede pedir una vela.

El señor Le Bris era, desde hacía tres años, el médico de la señorita de La Tour de Embleuse. Había seguido los progresos de la enfermedad sin poder hacer nada para detenerlos. Y no es que Germana fuese una de esas niñas condenadas desde su nacimiento, que llevan en el germen de una muerte hereditaria. Su constitución era robusta y su pecho ancho; además, su madre nunca había tosido.