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Total: que ella se comprometía a cuanto él quisiera, y desde luego empeñaba su palabra de casorio y de seguirle hasta el fin del mundo, siempre y cuando el rey Samdai concediese lo que con todas las reglas, ceremonias y rezos benditos se le había de pedir.

Al año del casorio, los hijos, que habían entrado en la vida matrimonial con regular desahogo, empezaron a recibir golpes de la suerte, como si heredaran la maldición recaída sobre la pobre madre.

Mi idea es esta: ver si es usted una persona juiciosa, y si como persona juiciosa comprende que esto del casorio es una botaratada; ni más ni menos... Y si lo reconoce así, pretendo, esta, esta es la cosa, que usted misma sea quien se lo quite de la cabeza... ni menos ni más. Fortunata conocía La Dama de las Camelias, por haberla oído leer.

Pero, aun así y todo, estoy convencida que mucho más desgraciada sería casándose en tales circunstancias, y que diría infinitas más veces: «¿por qué me habré casado?», de las que ha de decir: «¿por qué estorbaron que me casaseCon eso, mi conciencia se queda tranquila, y no tengo inconveniente en desbaratar ese desatentado casorio. Ahora vamos a sacar a Felicita todas las noticias necesarias.

Callose, pues, como en misa, y a cuanto la mamá le dijo aquel día y los subsiguientes sobre el mismo tema del casorio, respondía con signos y palabras de humilde aquiescencia. No cesaba de sondear su propio corazón, en el cual encontraba a la vez pena y consuelo. No sabía lo que era amor; tan sólo lo sospechaba. Verdad que no quería a su novio; pero tampoco quería a otro.

Ya la alegría de la abuela le parece sospechosa, y esta tarde, en la mesa, cuando pasó a mi lado para servir el postre, le murmurar sotto voce: Todos estos misterios huelen a casorio... Hice como que no comprendía. ¿Para qué? La imaginación de la abuela tiene alas y anticipa grandemente los acontecimientos.

A renglón seguido, sacó el joven a relucir el tema del casorio, y dijo tales cosas que Fortunata no pudo menos de rendir el espíritu a tanta generosidad y nobleza de alma. «Tu comportamiento decidirá de su suerte afirmó él , y como tu comportamiento ha de ser bueno, porque tu alma tiene todos los resortes del bien, estamos al cabo de la calle.

Benedicta miraba al pretendiente con el mismo fastidio que a mosquito de trompetilla, y no atreviéndose a darle calabazas como melones, recurrió al manoseado expediende de hacerse archidevota, tener padre de espíritu y decir que su aspiración era a monjío y no a casorio.

Me va usted a llamar sinvergüenza; pero, en fin... juguemos a cartas vistas y cada cual atienda a su juego. Lo que usted desea es que yo le saque de dudas sobre lo del casorio, y que le ponga a usted al habla con ella, y lo ha querido usted conseguir sin que yo me diese cuenta.

Allí instruyó a Rosita sobre el fracaso de su casorio, y ésta, pasada la primera impresión, volvió de nuevo a la vereda a lucir sus piernas torneadas y a hacer cantar a sus zuecos el aire con que acompañaba los movimientos graciosos de su cuerpo flexible. Acababa de recibir su título de abogado y de instalar su estudio con toda coquetería.