United States or Venezuela ? Vote for the TOP Country of the Week !


Indecisa se mostraba la victoria, y es fama que entre la densa nube de humo, y en el punto más formidable de la batalla, apareció un resplandor de gloria sobre la armada de la Liga, y en medio de él la Santísima Virgen del Rosario, a la que acompañaban legiones de arcángeles, que con sus espadas de fuego descendían y se metían en la pelea; milagro que la fe no repugna, pero que bien pudo ser visión de algún soldado devoto que luego lo contó y creyéronlo; que no señales de muerte por fuego del cielo tenían los turcos que muertos se hallaron en las galeras enemigas apresadas, sino de pelota de arcabuz, o de lombarda, y corte de espada, y golpe de pica, y astillazos y aplastamientos, por las entenas y jarcias que la artillería cortaba; y entre este pavoroso estrago, entre este humo, entre este fuego, y poco antes de que la victoria se declarase por los cristianos, un arcabuzazo alcanzó a Cervantes en la mano izquierda, y deshízosela, y otros dos le atravesaron el pecho, dejando en su persona las honrosas señales por las que, acometido por la malevolencia, dijo muchos años más adelante, cuando le injurió aquel Avellaneda, temerario continuador de Don Quijote: «Lo que no he podido dejar de sentir, es que me note de viejo y de manco, como si hubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo, que no pasase por , o si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan verlos venideros.

Empiezo a creer que no estoy criado para el matrimonio y que soy una especie de anfibio hecho como ellos para flotar entre dos aguas sin hacer pie jamás en tierra firme. Me maldigo y me injurio de despecho por ser como soy y no poder ser de otra manera. No valía la pena que se muriese Marignol, puesto que no me produce ningún contento. Elena al Padre Jalavieux.

Orgulloso, intolerante, destituyó de sus destinos á los árabes y te sujetó por completo al dominio de sus soldados. Ejerció sobre una tiranía insoportable: te injurió, te oprimió, arrojó con desden sobre tu frente los restos de tu antiguo imperio.

Alguien calificará tal vez a esta señorita de engreída, fastidiosa y hasta inaguantable. Yo ni la defiendo ni la injurio. La pinto como ella fue, sin quitar ni poner nada.

D. Jeremías ha hecho bien en perseguirme y en maltratarme de palabra y de hecho. Merezco mucho más. ¿Pero le ha maltratado de veras? preguntó sorprendida la prendera. , señora; días pasados, en la sacristía de San Ginés, me injurió y me abofeteó delante de varias personas. ¡Qué escándalo! No, no es escándalo, señora. El escándalo ha sido el mío cometiendo un delito.

Su cólera, quebrantada al fin por tan horrible tensión, empezó á desvanecerse, y Batiste, repitiendo su rosario de insultos, sintió de pronto que su voz se ahogaba hasta convertirse en un gemido. Al fin rompió á llorar. Ya no injurió más al matón. Fué poco á poco retrocediendo hasta llegar al camino y se sentó en un ribazo con la escopeta á sus pies.

No quiso escuchar razones; la increpó, la injurió y la arrojó de su cuarto a empellones. Jamás consentiría en darle permiso. Primero quisiera verla muerta, y aun la mataría por su propia mano.

Y para que se vea cómo las gastaba Roque Simón, copiaré del manuscrito de la Información, estos dos casos: «El verano pasado, porque el nevero que vendía en la Alameda no le guardó nieve, fué á su casa y lo injurió con muy malas palabras y lo hizo, por su autoridad, llevándolo á la cárcel de la audiencia, donde lo tuvo tres días, haciéndole muchas molestias, de que hubo muy grande nota....»