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»Levantemos la Caaba del Occidente en el solar mismo de un templo cristiano que tengamos que derruir, para que caiga la Cruz entre escombros y sobre su polvo descuelle el Islam radiante. »Ostentará la gran mezquita todas las galas del mediodia y del Oriente: su arquitectura será un espléndido compuesto de todos los estilos, para que en ella puedan leer los venideros todas nuestras conquistas.

Los dos altos y augustos sentimientos que viven en su corazon y la han conducido á salvo por en medio de tempestades y peligros, son el sentimiento religioso y el nacional: aquí amamos á Dios y á la patria; y estas dos poderosas virtudes que de luengos siglos poseemos, que guardamos con religiosa exactitud y que de seguro trasmitirémos á nuestros venideros, son dos poderosas palancas de porvenir y fuerza.

Indicio ha dado esta no vista hazaña Del valor que en los siglos venideros Tendrán los hijos de la fuerte España, Hijos de tales padres herederos: No de la muerte la feroz guadaña, Ni los cursos de tiempos tan ligeros Harán que de Numancia yo no cante El fuerte brazo y animo constante: Hallo sola en Numancia todo quanto Debe con justo titulo cantarse Y lo que puede dar materia al canto, Para poder mil siglos ocuparse La fuerza no vencida, el valor tanto, Dino de en prosa y verso celebrarse, Mas pues de esto se encarga mi memoria, Dese feliz remate á nuestra historia.

Daca, daca, y vénguese Menga contra el que venga. ¿Y piensa vuesa merced replicó Ramiro que por tributo más o menos debiéramos abandonar las guerras honrosas que van asentando nuestro renombre por todo el mundo y harán de la nación española el asombro de los siglos venideros?

Hasta los bordes del lago temporal, todos los surcos abiertos por el arado, se convierten en otros tantos regueros, y los caballones dibujan en la corriente largas estelas paralelas. La inundación, que desvanece la esperanza del campesino, es una desgracia, y, sin embargo, en sus temidas aguas, lleva el arroyo un tesoro para años venideros.

Dulcinea es principal y bien nacida, y de los hidalgos linajes que hay en el Toboso, que son muchos, antiguos y muy buenos, a buen seguro que no le cabe poca parte a la sin par Dulcinea, por quien su lugar será famoso y nombrado en los venideros siglos, como lo ha sido Troya por Elena, y España por la Cava, aunque con mejor título y fama.

Esto que recientemente han inventado los hombres y han apellidado magnetismo animal no es más que un leve e imperfecto atisbo y un ensayo rudo y embrionario, digámoslo así, del empleo de la fuerza psíquica, que en los venideros tiempos ha de conocerse mejor y ejercitarse con gran fruto.

Y así lo ha de hacer y hace el que quiere alcanzar nombre de prudente y sufrido, imitando a Ulises, en cuya persona y trabajos nos pinta Homero un retrato vivo de prudencia y de sufrimiento; como también nos mostró Virgilio, en persona de Eneas, el valor de un hijo piadoso y la sagacidad de un valiente y entendido capitán, no pintándolo ni descubriéndolo como ellos fueron, sino como habían de ser, para quedar ejemplo a los venideros hombres de sus virtudes.

En vez de quejarse de esta mutilación, la enseñaba siempre con orgullo, porque probaba su participación en el más glorioso suceso que vieron los pasados siglos y verán quizá los venideros . El día 7 de octubre de 1571 parece haber sido siempre el plácido recuerdo, que lo consolaba en los muchos apuros y penalidades de su vida, puesto que hasta en sus últimos años dice en su Viaje al Parnaso, que, cuando extiende su vista por la desierta superficie de los mares, se le viene á la memoria la heróica hazaña del heróico D. Juan, en la cual él tomó parte, aunque en un puesto inferior, con ardiente sed de militar renombre, varonil coraje y noble corazón.

¿Quién como sembró, noble poeta, Esa semilla fértil y vivaz, Que en los hermosos dias venideros Ha de regenerar la humanidad?