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Como también me acusan, y sin duda con más motivo, de pobreza de imaginación, no debe de extrañarse que yo no haya tenido hasta ahora el suficiente brío para inventar esos monstruos.

Salvatierra permanecía impasible, como si hablasen de otro, y únicamente al extrañarse Rafael de su exiguo alimento, abrió los labios para protestar dulcemente. No tengo derecho a más. ¿Acaso esos pobres que se amontonan en la gañanía no comen peor que yo?... Se hizo un largo silencio. El aperador y los dos viejos parecían cohibidos en presencia de aquel hombre, del que tanto habían oído hablar.

Lo que pretendía, lo que yo suplicaba era que no se pusieran obstáculos a los proyectos acordados entre Ángel y mi hija. » Quisiera yo que la señora marquesa considerara dijo al oírme don Santiago, en tono muy afable que cuando se tratan en familia asuntos como el que nuestro hijo vino a tratar con nosotros, no debe extrañarse que los padres, mirando por el bienestar y por...

Pero entonces yo no me lo quería confesar ni a mismo. En cambio, el mayordomo me confesaba cada día su creciente afición... No es esto de extrañarse, porque el bridge, en razón de mis frecuentes distracciones, le producía un bonito sobresueldo.

Villamelón, muy contrito de su falta, prometió remediarla al día siguiente, cuando fuese a Chamartín a inspeccionar los períodos de la incubación artificial, que ocupaba en aquella época toda su atención y todo su tiempo. Diógenes, al saber las nuevas aficiones del ilustre prócer, había dicho: No hay que extrañarse... Está clueco.

No es de extrañarse que la Inglaterra sea poderosa en los mares, puesto que, ya que lanza á sus hijos á morir ó vivir como proscritos en las soledades del Océano, les ofrece asilo para la vejez, cuando cansados de matar y llenos de cicatrices ó mutilados horriblemente, necesitan reposar la frente azotada durante muchos años por los huracanes y las trombas marinas.

Nadie extrañó en el lugar la indisposición de Pepita, ni menos pensó en buscarle una causa que sólo nosotros, ella, D. Luis, el señor deán y la discreta Antoñona, sabemos hasta lo presente. Más bien hubieran podido extrañarse la vida alegre, las tertulias diarias y hasta los paseos campestres de Pepita, durante algún tiempo. El que volviese Pepita a su retiro habitual era naturalísimo.

La gente de la finca, Duchêne, Anita, Robin, Dubourg, formando un semicírculo, miraban a Gaspar con aire extático; Luisa llenaba de vez en cuando la copa; la madre Lefèvre, sentada cerca del horno, revolvía la mochila y, al no ver mas que dos camisas viejas muy sucias, con agujeros como puños, unos zapatos torcidos, betún para la cartuchera, un peine con sólo tres púas y una botella vacía, levantó las manos al cielo y se apresuró a abrir el armario de la ropa blanca, murmurando: ¡Señor! ¿Cómo extrañarse de que muera tanta gente de miseria?

En presencia de Atilio y de Novoa era menos locuaz, temiendo sus comentarios. Por el gusto de hacerle rabiar le recordaban el entusiasmo de los tradicionalistas españoles en pro de Alemania. Castro hasta fingía extrañarse de que no fuese germanófilo, como todos sus amigos políticos. Yo estoy donde debo estar contestaba don Marcos con dignidad . Soy un caballero, y estoy con las personas decentes.

Y no debe extrañarse que tuviesen estos príncipes nombres propios de los antiguos persas o iranios, porque era más blancos que morenos, y pretendían descender, así como la más ilustre nobleza del reino, de gente venida del Irán. Asegurábase que la ciudad de Chiraz y el fértil territorio que la rodea habían sido la cuna de los antiguos emigrantes.