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Actualizado: 9 de mayo de 2025
No ha de extrañarse que todo esto se viera en las miradas de Clarita. Eran miradas transparentes, en cuyo fondo fulguraba el alma como diamante purísimo que por maravilla ardiese con luz propia en el seno de un mar tranquilo. El Comendador estuvo un rato observando aquella escena muda, y se convenció de que ni Doña Blanca ni D. Valentín recelaban nada de los amores de la niña.
Lo sabe, y no se extraña de ello... ni debe extrañarse, puesto que él la preparó para esas caídas y para otras que lógicamente han de seguirlas, sin un milagro de Dios. Hasta ahora no es Nica Montálvez, en ese particular, una mujer viciosa; pero llegará a serlo, por educación, como sus amigas lo son y lo han sido por naturaleza.
Y cuenta la gente piadosa que, todavía a principios de este siglo, se realizaba en la mencionada efigie un singular milagro. Todos los años, el 8 de Septiembre, día de la Natividad de la Virgen Nuestra Señora, una gotita de color rojo, a modo de sangre, manaba de la herida. No ha de extrañarse que el prodigio no se realice hoy, porque no merecen verle los que de fe carecen.
La joven rodeó con sus brazos el cuello de Hullin, y asaltándole de repente una idea extraña, cogió de la mano al anciano y gritó: Vamos, papá Juan Claudio, bailemos, bailemos. Y le hizo dar dos o tres vueltas. Hullin, sonriendo a su pesar, se volvió hacia el anabaptista, que permanecía serio como siempre, y le dijo: Estamos algo locos, Pelsly; no debe usted extrañarse de ello.
Pero los médicos de París son filósofos imperturbables que viajan entre el lujo y la miseria, sin extrañarse de nada, del mismo modo que pasan del calor al frío sin resfriarse. La señora Chermidy estaba envuelta en vestido acolchado de raso blanco. Con aquel traje parecía una gata sobre un edredón, una joya en su estuche.
No tardaron en aparecérsele media docena de raqueros que, por única bienvenida, le sacudieron tal descarga de coquetazos y de piñas, que el pobre quedó tendido en el suelo, aunque sin extrañarse de semejante acogida, como no se extraña un novel académico, al ingresar en el seno de la corporación, del consabido elocuentísimo discurso que le dedican los veteranos.
Y la madre y la bisabuela, sin dejar de llorar, le empujaron dulcemente en la obscuridad para que permaneciese quieto. A la salida, antes de despedirse junto á la puerta del cinema, la vieja tomó su aire imperativo: Mañana aquí, á la misma hora. Yo pago. La viuda pareció extrañarse de tal invitación. Vivo al otro lado de París; un verdadero viaje.
Palabra del Dia
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