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No estaba en su casa y me comprometí en vano. No pude hacer más que escribirle dos palabras, que le dejé bajo sobre en la antesala. Le suplicaba que llevase anoche a casa de la Marquesa esa prueba de mi locura, y que la depositase en un rincón de la biblioteca, donde la hubiera yo sacado sin que nadie lo notase. La fatalidad ha querido que su criado no le diese mi esquela.

¡Miedo!... Esta palabra bastó para que Febrer saliese de su encogimiento suplicante y mirase con soberbia a los rivales sentados ante él. ¿Miedo a quién?... Sentíase capaz de pelear con todos estos rústicos y sus innumerables parientes. ¡Miedo no, Margalida! Ni por él ni por ella debía temer. Lo que Jaime la suplicaba era que respondiese a su pregunta. ¿Podía esperar? ¿Qué pensaba contestarle?...

Y, finalmente, me dijo que dijese a vuestra merced que le besaba las manos, y que allí quedaba con más deseo de verle que de escribirle; y que, así, le suplicaba y mandaba que, vista la presente, saliese de aquellos matorrales y se dejase de hacer disparates, y se pusiese luego luego en camino del Toboso, si otra cosa de más importancia no le sucediese, porque tenía gran deseo de ver a vuestra merced.

María de la Luz se hizo atrás con un gesto de protesta, como si temiese el avance de aquella boca, que suplicaba entre los hierros. ¡No me quieres! exclamó. ¡Si me quisieras, no me pedirías esas cosas! Y ocultó su cabeza entre las manos, como si fuese a llorar. Rafael metió un brazo por los hierros y de un suave tirón separó los dedos entrecruzados que le ocultaban los ojos de su novia.

Yo había recibido de Roberto dos cartas apremiantes. Me decía que la inquietud lo devoraba y me suplicaba que le enviara noticias a vuelta de correo. No se lo dije a Marta, pero cumplí mi promesa. Ocho días pasaron; entonces noté que mis padres deliberaban acerca de la respuesta que debían enviar a la tía.

A este punto, Lucía, vuelta ya de su asombro primero, se lanzaba a él, y poniéndole las dos manos en los brazos, le suplicaba ansiosamente: Don Ignacio, Don Ignacio... no me deje usted así.... Para lo que falta ya.... ¿qué trabajo le cuesta a usted quedarse? Yo no conozco a este señor... en mi vida le he visto.... Artegui oía maquinalmente, como oyen los catalépticos. Al fin se desató su lengua.

Cuando aquella voz tan suave y encantadora, aquellos acentos deliciosos que llegaban al alma... no veía en él más que a un pobre joven que con las manos extendidas hacia me suplicaba le dejase ver aún la luz del sol, que era tan brillante y tan bella... Lasciami ancora verder il sole... decía él, y yo, imprudente, le escuchaba olvidando mi papel.

No se permitía que nadie entrara a darle conversación, ni se le obedecía cuando suplicaba a Paquito por las noches que le leyese algún diario.

Por Dios, no anuncies mucho, Gallego, que va á haber corridas suplicaba el comisario . No haga el demonio, ché, que tengamos una desgracia y lo sepan allá en Buenos Aires... Que sea únicamente para los que habitan el campamento. Pero el negocio exigía, por el contrario, una gran publicidad, y de muchas leguas á la redonda iban llegando, á partir del sábado por la tarde, numerosos jinetes.

Lo que pretendía, lo que yo suplicaba era que no se pusieran obstáculos a los proyectos acordados entre Ángel y mi hija. » Quisiera yo que la señora marquesa considerara dijo al oírme don Santiago, en tono muy afable que cuando se tratan en familia asuntos como el que nuestro hijo vino a tratar con nosotros, no debe extrañarse que los padres, mirando por el bienestar y por...