United States or Saint Martin ? Vote for the TOP Country of the Week !


Cuando hubo pellizcado, aspirado poderosamente su roca, sintióse afirmado, comprendiendo más y más cada vez, que era ventajosísimo para él si, de convexa que aquélla era, llegaba á trocarla en cóncava, fabricando á su medida un agujerito, haciéndose un nido, pues la juventud pasa y nos abandonan las fuerzas. ¡Qué dulzura si algún día el jubilado esquino podía desprenderse un tanto del esfuerzo de aquella áncora que prosigue día y noche!

No se oía más que el ruido agudo del silbato de Zeli, que, inclinado sobre la borda hacía amarrar el áncora, indicando la maniobra por modulaciones diferentes. ¿Hay que desaferrar el áncora de estribor? preguntó al segundo, que transmitió esta pregunta a Kernok. Espera dijo éste , y haz subir a todo el mundo al puente.

¿De qué modo? En pie sobre la proa de una nave, apoyada en el áncora y fijos los ojos en el cielo. Luego pinté la Caridad. ¿Cómo la representaste? Joven, más fuerte y más hermosa que ninguna, y dando de mamar a un niño de tipo muy distinto al suyo para indicar que no era su hijo, y que no le daba el pecho como madre, sino por ser Virtud. En verdad te digo que estuviste acertado.

La cosa no paró aquí: de sus espinas que escarbaban y querían agarrarse, se subdividió una, convirtiéndose en triple pinza, verdadera áncora de salvación que secundaría á la ventosa si ésta se aplicaba mal á una superficie poco lisa.

No obstante, yo admiro a usted dijo Blasillo anonadado. ¡Bebamos, niño! ¿ves? la espuma plateada tiembla y chisporrotea. Bebamos, y arrojemos a la sombra los negros recuerdos del pasado. ¡Por tu amante Juana, por sus ojos negros! Blasillo repitió casi maquinalmente: ¡Por Juana y sus ojos negros! Blasillo, ¿dónde iremos a arrojar el áncora?

La mísera engañada tiene noticia de su deslealtad, y acude corriendo á detener al culpable; pero llega tarde al puerto, en el momento en que el buque leva el áncora, y sólo oye á lo lejos las voces de su hijo que la ve y quiere volver con ella.

Preséntase la Razón para despertar á la Memoria, y las dos juntas gritan al Alma que vuelva; pero no se oyen sus voces con el ruido de los marineros, ocupados en levar el áncora.

Un militar, uno de los soldados más distinguidos de la Nueva Inglaterra, se mantenía firmemente sobre el pedestal de sus heroicos servicios; y, considerándose seguro en su puesto, merced á la sabia liberalidad de los Gobiernos sucesivos bajo los cuales había mantenido su empleo, había sido también el áncora de salvación de sus subordinados en más de una hora de peligro.

Este cuadro nos impresiona instantáneamente; nos impresiona de un modo profundo, sin que nos tiempo de deliberar acerca de si debe impresionarnos ó no, como el esquife que se pone sobre un torrente, no deja tiempo al marinero de echar el áncora. Esto nos impresiona como el fuego nos quema: sin saberlo nosotros, aún contra nuestra propia voluntad. Ese es el arte; ese es el genio, ese es Vernet.

El amigo de los botones de áncora iba a responder, cuando un rumor, al principio lejano y en seguida más próximo, lo impidió; se distinguía una voz de hombre tímida y suplicante, y una voz de mujer agria y regañona. ¡Grandísimo embustero, te voy a confundir! dijo ella al entrar, con las ropas en desorden y arrastrando a un jovencito de unos quince años.