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Actualizado: 6 de mayo de 2025
El majadero de López estaba dispuesto a todo, apretado por la miseria, la envidia y los apetitos que devoraban su alma. Ya se cansaba de esperar el venerable Gracián, cuando apareció Romualda, jadeante y sofocada. Por su conducto la señora Nazaria suplicaba al Padre tuviera la bondad de subir, porque se encontraba muy mala.
Iba, venía, rogaba a la diosa favorable al matrimonio, suplicaba a su padre o a su tutor que la encontrasen un marido, los llevaba en caso de necesidad a los tribunales, y no por eso encontraba lo que era el objeto de sus sueños. Agriábase entonces su carácter, su humor se ponía triste y acerbo su pensamiento.
Este disgusto no quedará aquí: sentiré sus consecuencias más adelante... ¿Qué voy á hacer? ¿Qué me aconsejas? ¡Por tu vida, dímelo! Y suplicaba con acento desesperado, tendiendo sus manos, como un ciego que no osase moverse é implorase un guía. ¿Qué quieres que te aconseje? dijo el médico. Lo que yo te puedo decir, te lo diría cualquiera. ¿Piensas buscar á esa mujer?...
Guardó silencio nuestro hermano mientras duró el mensaje, y tomando la carta vió que el verdadero padre de Juan, aunque con un sentido doble, por el cual aunque se hubiera perdido aquella carta no se hubiera perdido el secreto, le suplicaba enviase á Alcalá á hacer los estudios que más le agradasen á Juan, bajo la vigilancia del bachiller Gil Ponce, hombre de virtud y conciencia, en quien podía confiarse enteramente.
Mis buenos instintos parecían muertos y sólo sobrevivían en mí las malas tendencias. Había olvidado á mi madre, que lloraba, y á mi hermana, que me suplicaba. No tenía más ley que mi capricho y mis pasiones; era un ser despreciable y cobarde. Vi á mi madre suplicarme de rodillas que no la abandonase, que no deshonrase su vejez, y permanecí sordo á sus súplicas, y me reí de su desesperación...
Le hablaba, le refería todas las cosas fuera de razón que me torturaban el alma desde hacía cerca de dos años, le pedía gracia para ella y para mí. Le suplicaba que me recibiera, que me permitiese volver a ella. Le contaba mi vida entera con el más lamentable y el más legítimo de los orgullos.
¡Mari-Crú! ¡Palomica mía! suspiraba la vieja. ¿Me ves? ¡Aquí estamos toos!... ¡Contesta, Mari-Crú! suplicaba Alcaparrón, lloriqueando. Soy tu primo, tu José María... Pero la gitana sólo contestaba con estertores roncos, sin abrir apenas los ojos, mostrando por entre los párpados inmóviles las córneas de un color de vidrio empañado.
Ven aquí, vida mía suplicaba Eva . Hazme el favor de divertir á tus hermanos con uno de tus discursos. Y el niño, empujado por su propia elocuencia, hablaba horas y horas, sin saber ciertamente lo que decía, dando tiempo á la madre para terminar su obra. Tú serás el rey de la tierra declaró el Todopoderoso ; tú serás el Orador, y con eso queda dicho todo.
Ella rezaba por el señor de Martimprey a fin de que el santo favoreciese el matrimonio de su hija. Yo suplicaba a San Antonio en favor del señor Baltet. Pero sin precisar. He perdido unas llaves que me hacen mucha falta y vengo a encomendar mi causa a San Antonio me dijo la de Aimont al oído. Yo he extraviado un pañuelo de valor respondí con la misma sinceridad, y espero que San Antonio...
Tú que eres de esas aldeas, y conoces todo eso, ¿no sabes por dónde podremos ir sin que encontremos a nadie? Pero, si estará todo húmedo.... Ya no; el sol habrá secado la tierra.... ¡Yo traigo buen calzado. Anda... vamos, Petra! Ana suplicaba con la voz como una niña caprichosa y con el gesto como una mística que solicita favores celestiales. Petra miró asombrada a su señora.
Palabra del Dia
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