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Despacharon, pues, allá algunos Boxos y Chiquitos, que en pocos días llegaron á las tierras de los Quíes, que aunque no hicieron resistencia, no obstante, no se fiaron ni dieron crédito á las caricias y cortesías de los nuestros; antes bien les dieron en cara con el estrago que en ellos habían hecho con sus armas los años pasados, de que aún conservaban muchos las señales y cicatrices; con todo eso, se llevaron consigo los neófitos á unos dos muchachos, para que aprendida la lengua Chiquita, fuesen después intérpretes.

No quiero cicatrices, doctor; no las quiero a ningún precio. Acabo de sufrir una hace poco, de manos de ese turco condenado, y, para prueba, ya basta. Se me hiela la sangre al recordar la sensación solamente. Tengo tanto valor como cualquier otro hombre, mas tengo nervios también. La muerte no me asusta, pero el sufrimiento me aterra. Matadme, si queréis, pero, ¡por Dios no me cortéis más nada!

Era horriblemente fea, andrajosa, fétida, y al cantar parecía que se le salían del casco los ojos cuajados y reventones, como los de un pez muerto. Tenía la cara llena de cicatrices de viruelas.

Muchas veces, en el Círculo Caballista señalaba a los amigos algún hombre malcarado que le aguardaba en la puerta. Ese es el Chivo decía con el orgullo de un príncipe que habla de sus grandes generales. Un hombre a quien le arrastran las borlas por el suelo. Entre tiros y cuchilladas tiene más de cincuenta cicatrices en el pellejo.

Miraba a todos con insolente superioridad, como si las cicatrices del amigote fuesen una declaración de su propio valor, y vivía feliz creyendo que en todo Jerez no había quien le disputase su guapeza con los hombres y su buena fortuna con las mujeres. Cuando el capataz de Marchamalo le habló en favor de Rafael, el señorito lo admitió inmediatamente.

Su cara era curtida y con algunas cicatrices, mientras sus anchas y enérgicas quijadas demostraban fuerza de carácter y tenaz determinación. ¿Se ha enfermado su hija? le pregunté cuando la hube examinado bien. Hemos caminado mucho hoy, y creo que está rendida. Hace como media hora que sintió un desvanecimiento, y al sentarse perdió el conocimiento y quedó insensible.

iAyi hombre perdido! ?que teneis que tratar con semejantes huespedes? tiemblo por vos, ?porque os mira fijamente y vos a el? iAh! vedle que descubre su rostro, las cicatrices del rayo vengador estan grabadas sobre su frente, y en sus ojos brilla la inmortalidad del infierno. iLejos de aqui!... ?Cual es tu mision? Ven. ?Quien eres, espiritu desconocido? habla, responde.

Se los imaginó tal como debían ser antes del momento de su muerte, tal como él los había visto en los avances de la invasión en torno de su castillo. Algunos de ellos, los más ilustrados y temibles, ostentaban en el rostro las teatrales cicatrices de los duelos universitarios.

Las torres de la iglesia de Santo Domingo, donde se refugió la columna del coronel Pack que fué hecha prisionera en la segunda invasion de los ingleses, y que conserva todavia las cicatrices de las balas de cañon disparadas desde la fortaleza.

Cuando a altas horas de la noche, al final de las francachelas en los colmados, sentíase borracho, despreciaba a sus queridas para fijar toda su admiración en los hombres de bronce que le acompañaban. Hacía que le mostrasen las cicatrices de sus heridas, que le relatasen sus heroicas peleas.