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Otros poetas dramáticos de esta época. Bances Candamo. Ojeada retrospectiva acerca de la edad de oro del teatro español. Actores más famosos de este período. Influencia del teatro español en los demás teatros de Europa.

7 Un bobo hace ciento, con loa. 8 La gitanilla de Madrid. 9 Amparar al enemigo. 1 El Austria en Jerusalén, de D. Francisco de Bances Candamo. 2 El sol obediente al hombre, de D. García Aznar Vélez. 3 El duelo contra su dama, de D. Francisco de Bances Candamo. 4 Qué es la ciencia del reinar, de D. García Aznar Vélez. 5 Venir el Amor al mundo, de D. Melchor Fernández de León.

Bances Candamo, Zamora, Cañizares y otros poetas de los últimos años del reinado de Carlos II y de su sucesor, escribían, á la verdad, con habilidad é ingenio, siguiendo la senda trazada por los anteriores maestros; pero sólo se repiten las formas ya conocidas, no otras nuevas y más perfectas, y lo que no lleva aquel carácter, sólo debe calificarse de extravío y retroceso.

6 Cuál es afecto mayor, lealtad, sangre ó amor, de D. Francisco de Bances Candamo. 7 Por su rey y por su dama, del propio autor. 8 También hay piedad con celos, de D. García de Aznar Vélez. 9 El español más amante y desgraciado Macías, de tres ingenios. 10 El valor no tiene edad, de Juan Bautista Diamante. Loa y baile para la comedia de Ícaro y Dédalo.

LEONARDO COIMBRA. La alegría, el dolor y la gracia. Tr. del portugués por Valentín de Pedro. MIGUEL DE UNAMUNO. Tres novelas ejemplares y un prólogo. ANTON CHEJOV. El jardín de los cerezos. Traducida del ruso por Saturnino Ximénez. TOMAS MANN. La muerte en Venecia. Tristán. Traducida del alemán por J. Pérez Bances. ALEJANDRO ARNOUX. El "cabaret". Traducida del francés por Bernardo G. de Candamo.

Entre los poetas, que, en los últimos años del reinado de Carlos II, y luego hasta principios del siglo XVIII, escribieron para el teatro, ocupa el lugar preeminente Bances Candamo, á quien ya conocemos por el libro anterior.

De este marqués de Heliche dice Bances Candamo en un manuscrito suyo sobre el teatro español: «Fué el primero que mandó delinear mutaciones y fingir máquinas y apariencias, cosa que, siendo Mayordomo mayor el Señor Condestable de Castilla, ha llegado á tal punto, que la vista se pasma en los theatros, usurpando el arte todo el imperio á la naturaleza.

Las comedias de ruido se llamaron también comedias de caso y comedias de fábrica. Lo primero consta del Día de fiesta, de Juan Zabaleta: Coimbra, 1666, parte 2.ª, pág. 95, y lo segundo de un escrito inédito de Bances Candamo sobre el drama español. Compañía de comediantes est illorun societas, qui sunt ad comediam agendam necessarii.

Tuvo cabo esta historia en la Era de César de 1342, e la escribió maese Cándamo. Feliz el que cubriendo su cabeza con la holanda sutil del blanco lecho, fija la mente en mágica belleza, se aduerme el alba en plácido reposo: y mil veces feliz y más dichoso si bebiendo en la copa del beleño, visita las mansiones encantadas que con oro y azul fabrica el sueño. ¡Oh, Nadir!

FRANCISCO BANCES CANDAMO (nacido en Sabugo, en Asturias, en 1662, muerto en 1709), cierra no indignamente la serie de poetas del período más floreciente del teatro español, tratando de él ahora, aunque el período en que escribió es propiamente el que sigue, más por la clase de sus obras, que guardando exactitud cronológica. Sus dramas, en efecto, aunque no se distinguen por sus grandes y originales bellezas, reflejan, sin embargo, con brillo las de Calderón, demostrando lo que puede hacer un poeta de facultades medianas, cuando con amor y abnegación se consagra al estudio de algún célebre modelo. Casi todas las comedias de Candamo tienen mérito indudable y merecían ser examinadas despacio, si lo consintiesen los límites que nos hemos trazado. Mencionaremos, no obstante, dos de ellas, empezando por la mejor, á nuestro juicio, que se titula Por su rey y por su dama, cuyo argumento es un suceso célebre del reinado de Felipe II, ó la toma de Amiens. Candamo finge que el bravo Portocarrero está enamorado de la hija del primer magistrado civil de Amiens, y esta pasión lo excita á la conquista de una plaza fuerte de esta importancia. Para probar, pues, á su amada que nada hay imposible para el amor, ejecuta una serie de hazañas, cada una más atrevida, más temeraria y más novelesca que la otra. En la serie de escenas, á que da origen este motivo dramático, se aumenta más y más el interés, predominando en toda la obra una inspiración y un ardor guerrero que la llena, dulcificándolo por otra parte su tono de finísima galantería, para producir ambos móviles una impresión total gratísima. El duelo contra su dama, aunque menos digno de alabanza en su conjunto, no carece, sin embargo, de bellezas aisladas. Una dama amazona se hace jurar por su amante, de cuya fidelidad tiene algunas quejas, que no la descubrirá si toma un disfraz que la necesidad le impone. Encamínase después, vestida de príncipe, á la corte de su rival, y desafía á su amante.