United States or Northern Mariana Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Inquisidor al Fiscal que remataua la dicha processión, acompañaron la Cruz hasta que fue colocada en el altar de la dicha Capilla de la Sala de la Aud.ª y dicha por el que la lleuaua la oratión se dió fin á dicha processión; y todos se boluieron a sus Iglesias, Conventos y casas: y el mesmo día salieron de las Casas de la Inq.n 18 de dichos reios, caualleros en un asno en una albarda, desnudas las espaldas, y en el discurso de las calles acostumbradas se le dieron á cada uno cien azotes, lleuando en medio el susodicho Sr, D.n Manuel Ximenez de Sotomayor de Alguacil Mayor, y bueltos a las Casas de la Inq.n se dió fin y cumplimiento a la tarea del dicho Auto General de Fée y sus dependientes

LEONARDO COIMBRA. La alegría, el dolor y la gracia. Tr. del portugués por Valentín de Pedro. MIGUEL DE UNAMUNO. Tres novelas ejemplares y un prólogo. ANTON CHEJOV. El jardín de los cerezos. Traducida del ruso por Saturnino Ximénez. TOMAS MANN. La muerte en Venecia. Tristán. Traducida del alemán por J. Pérez Bances. ALEJANDRO ARNOUX. El "cabaret". Traducida del francés por Bernardo G. de Candamo.

Bien que el abate Ximenez escribirá con mucho donayre contra la existencia de dichas lunas, mas yo apelo á los que discurren por analogía; todos excelentes filósofos que saben muy bien que no le seria posible á Marte vivir sin dos lunas á lo ménos, estando tan distante del sol.

Se comprendieron en esta desgracia, D. José Endeiza, D. Juan Blanco, D. Miguel Salinas, D. Juan Pedro Ximenez, D. Juan Vicente Larran, D. Domingo Pavia, D. Ramon Llano, D. José Cayetano Casas, D. Antonio Sanchez, D. Francisco Palazuelos, otros que no se conocieron, y cinco negros.

En una hoja volante, titulada Carta de un cortesano á uno de los señores obispos destos reynos, Madrid y noviembre 18 de 1623, se dice: Han dado hábito á Don Diego Ximénez de Enciso, veinte i quatro de Sevilla. Montalván, en su Para todos, celebra particularmente Los Médicis de Florencia, de Enciso, que califica de regla y arquetipo de todas las grandes comedias. Baena: Hijos ilustres de Madrid.

Después del reloj de la Catedral, es el más antiguo de los públicos de Sevilla, el reloj de la torre de San Marcos, que data de 1553, y sobre el cual existe esta noticia en un acuerdo de las actas capitulares, en el cabildo de 22 de Agosto de 1585, donde se nombró á Francisco Ximénez de Bustillos, mayordomo, para que hiciese aderezar los relojes de San Marcos y San Lorenzo, «concertándole en el oficial que lo hubiese de hacer, por lo menos que pudiese, informándose, además, de persona hábil que se encargara de su reparo y aderezo, dando de ello cuenta á la ciudad para que se le nombrase y señalase salario

Juez de Bienes confiscados por Su Magestad, el Doctor Juan Bautista Danús, Ciudadano militar. Don Gaspar de Puig de Orfila y Dameto, Alguacil Mayor. Don Leonardo Zaforteza y Sureda de San Martín, Receptor. Don Manuel Ximénez de Sotomayor, Secretario del Secreto. El Doctor Sebastián Ferragut, Catedrático de Teología en esta Universidad, Secretario del Secreto.

Luego se descubrió por los undosos Llanos del mar una pequeña barca Impelida de remos presurosos: Llegó, y al punto della desembarca El gran DON JUAN DE ARGOTE Y DE GAMBOA En compañia de DON DIEGO ABARCA, Sugetos dinos de incesable loa, Y DON DIEGO XIMENEZ Y DE ENCISO Dió un salto á tierra desde la alta proa.

eres de los modernos, de los que creen que las cosas marchan bien porque vendemos mucho cognac como cualquier casa de esos países extranjeros, cuyas viñas sólo producen porquería, sin que Dios les conceda la menor cosa que se parezca al Jerez... Dime, que has corrido mundo, ¿dónde has visto nuestra uva de Palomino, ni la de Vidueño, ni el Mantuo de Pila, ni el Cañocaso, ni el Perruno, ni el Pedro Ximénez?... ¡Qué has de ver!

Afligido Lebrija con esta accion del inquisidor Deza i temeroso de caer en desgracia de los Reyes Católicos, dirigió al arzobispo de Toledo don frai Francisco Ximenez de Cisneros una breve i elocuentisima Apología contra las acusaciones de sus enemigos, en la cual sin acertar á contenerse prorrumpió en estas voces de dolor é indignacion: «¿Qué es esto? ¿Dónde estamos? ¿Qué tiránica dominacion es esta que tanto oprime los ingenios? ¿No basta, no, que yo cautive mi entendimiento en obsequio de la fe, sino que en materias en que se puede hablar sin ofensa de la piedad cristiana no me es permitido publicar lo que estoi viendo por mis mismos ojos mas claro que la luz de mediodia? ¿Qué digo yo publicar; pero ni aun pensarlo, cuanto mas escribirlo á puerta cerrada i por solo? ¡Terrible cosa es quererme obligar á que yo mismo crea que ignoro lo que me consta con la mayor evidencia i por razones demostrativas, no por conjeturas ó argumentos probables! ¡No puede llegar á mas la esclavitud! »