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La vieja Carja prosiguió mi camarada , por muy dulzaina que se muestre para conmigo, siempre me es de mal agüero desde que el otro día, diciéndome la buenaventura cierta gitanilla que conoces, me vaticinó que mis gustos se me habían de aguar por manos viejas; pero en el asunto que ahora trato no qué mal pueda inducirme.

En la jornada tercera aparece Pedro de Urdemalas en una compañía de actores, y viene con ellos á la corte para dar una representación; encuentra allí á la gitanilla, á la cual tenía cierta inclinación, convertida ya en noble dama, y en su traje de rey discurre con agudeza sobre las vueltas é instabilidad de la suerte, y al concluir recuerda cómicamente el principio de la pieza.

En esto, vino el señor Tiniente, a quien contaron maravillas de la Gitanilla; él las hizo bailar un poco, y confirmó por verdaderas y bien dadas las alabanzas que a Preciosa habían dado; y poniendo la mano en la faldriquera, hizo señal de querer darle algo; y habiéndola espulgado, y sacudido, y rascado muchas veces, al cabo sacó la mano vacía, y dijo: ¡Por Dios que no tengo blanca!

He aquí los que recuerdo, y que son conocidísimos y se han transmitido de padres a hijos durante cien generaciones: No parece sino que el poeta popular y desconocido que compuso este villancico de la gitanilla, quiso, a propósito del Niño Jesús, encerrar en una triste predicción la que ante la cuna de todos los niños puede hacerse de los sufrimientos que los esperan en la vida.

Al entrar las gitanillas en la sala, estaba diciendo el caballero anciano a los demás: Esta debe ser, sin duda, la Gitanilla hermosa que dicen que anda por Madrid. Ella es replicó Andrés , y sin duda es la más hermosa criatura que se ha visto. Así lo dicen dijo Preciosa, que lo oyó todo en entrando ; pero en verdad que se deben de engañar en la mitad del justo precio.

A doquiera que llegaban, él se llevaba el precio y las apuestas de corredor y de saltar más que ninguno; jugaba a los bolos y a la pelota extremadamente; tiraba la barra con mucha fuerza y singular destreza; finalmente, en poco tiempo voló su fama por toda Extremadura, y no había lugar donde no se hablase de la gallarda disposición del gitano Andrés Caballero y de sus gracias y habilidades, y al par desta fama corría la de la hermosura de la Gitanilla, y no había villa, lugar ni aldea donde no los llamasen para regocijar las fiestas votivas suyas, o para otros particulares regocijos.

7 Un bobo hace ciento, con loa. 8 La gitanilla de Madrid. 9 Amparar al enemigo. 1 El Austria en Jerusalén, de D. Francisco de Bances Candamo. 2 El sol obediente al hombre, de D. García Aznar Vélez. 3 El duelo contra su dama, de D. Francisco de Bances Candamo. 4 Qué es la ciencia del reinar, de D. García Aznar Vélez. 5 Venir el Amor al mundo, de D. Melchor Fernández de León.

Venía adelante don Quijote de la Mancha, seguido de su escudero Sancho Panza; luego el bachiller Sansón Carrasco, el cura, el barbero, Dulcinea del Toboso, Teresa Panza, Camacho, la dueña Rodríguez, los duques... Y también Persiles y Segismunda, Rinconete y Cortadillo, la Gitanilla... En fin, toda la caterva de los personajes que aparecían en sus obras...

Hace una horrible pintura de los tormentos que allí sufren, así él como sus abuelos, y conmueve de tal modo á la viuda, que baja á poco con dos sacos llenos de dinero, que entrega al suplicante. La acción de la comedia se enlaza con la suerte de una doncella de la banda de los gitanos, que viene con ellos, y que, como la Gitanilla, aparece ser después hija de padres distinguidos.

Del testimonio de D. Antonio de Sosa se deduce que Cervantes escribió versos en Argel. V. á Navarrete, pág. 56. Suárez de Figueroa, Plaza universal. Rojas, l. c. Cervantes, Prólogo á las com. y Viaje al Parnaso. Sirvan de prueba las líneas siguientes, que pueden ser aumentadas con nuevos datos: La gitanilla de Madrid sirvió á Montalbán y á Solís para componer dos piezas de igual nombre.