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«Soy muy desgraciado; padezco los mayores tormentos..., tormentos morales, del corazón dijo Relimpio con la voz más débil y balbuciente que se puede oír . Cierto día unos amigos me hicieron tomar Champagne. ¿Qué creerás?

¡Ya lo creo! ¿Y dónde creerás que pica? Vegallana se volvió para mirar a Mesía. Este señaló el corazón con ademán joco-serio. ¡Puf! hizo con los labios Paco. ¿Lo dudas? Lo niego. No seas tonto. ¿ no crees en la posibilidad de enamorarse? Yo me enamoro muy fácilmente.... No es eso. ¿Y te pones colorado? ; me da vergüenza, ¿qué quieres? Esto debe de ser la vejez. Pero, vamos a ver, ¿qué sientes?

De todas suertes, ya la sermonearé bien para que le reciba a cajas destempladas, si él intentara... ¿Creerás una cosa? ¿Que esa mujer no me parece enteramente mala?». Podrá ser... Pero si usted hubiera visto la cara que me puso el otro día, una cara de rencor como usted no puede figurarse... Dice que después le pesó... ¡Bribona! exclamó Jacinta, frunciendo los labios y apretando los puños.

Lo que hay es que me había entrado en aquellos días una idea de lo más estrafalario que te puedas imaginar, una idea que debía de ser criada aquí en el seno cerebral donde fermenta eso que llaman celos. ¿Qué creerás que era? Pues que mi mujer me faltaba y estaba en cinta. ¿Ves qué disparate? Ave María Purísima, ¡qué barbaridad!

Hasta los malvados sirven para algo. En fin, has llegado hasta aquí. Y ahora, ¿qué vamos á hacer para marcharnos? ¡Ah! Has dicho "marcharnos", dijo Mauricio alegremente. No creerás que quiero quedarme con mi tía ... ¡No! querida Herminia; pero me llena de gozo que me hayas evitado pedirte que me sigas.

Mírate en el cielo trasparente y allí verás tu imagen. Creerás que ves a los ángeles cuando te veas a ti misma.

Bien pronto vinieron las confidencias, y como su amiga le envidiase mi amor, ella respondió: «¿Crees que le amo? no, condesa; pero me choca y me enternece; me da miedo y me divierte. ¡Qué pálidas resultan las lamentaciones de un héroe de novela al lado de su desesperación! porque, querida mía, cuando el pobre muchacho llega al capítulo de sus disgustos pasados, llora con lágrimas de verdad y, ¿lo creerás ? me conmuevo» añadió riendo fuertemente.

Fortunata, después de mirarla con una emoción que doña Lupe no podría definir, volvió a apoyar la cara en la mejilla, y dando un gran suspiro, se acorazó dentro de aquel silencio lúgubre, que desesperaría a la misma paciencia. «¡Esto es para volverse loca!... expresó doña Lupe con un gesto iracundo . ¿Creerás , creerá usted que conmigo valen marrullerías? Sepa usted que...».

Lo mejor es añadió Sagrario revolviendo un huracán con su abanico , no tenerle pizca de miedo, aunque ponga en las nubes sus rugidos y te saquen tiras de pellejo sus zarpadas. Así hay lucha, y el triunfo resulta más sabroso. ¿Qué creerás que es lo más malo de esta bestia de mil caras? Las mujeres, ¡pásmate! Ahí están los rencores, las envidias y el veneno.

Además, hay el alma de las mujeres. ¿Creerás que las dos que venían conmigo rieron el insulto del rojo, encontrándolo muy oportuno?... Y no me hables de que las hembras se sienten atraídas en todas ocasiones por el guerrero.