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Me hizo entrar en mi casa, cerró la puerta con cerrojo, entró en el salón el primero, pues yo no quise pasar delante de él, y viendo á Juana Baud tendida en el suelo, lanzó un juramento y dijo volviéndose hacia : ¡He aquí un feo negocio! ¿La ha matado usted? Era una bribona, pero el procedimiento es brutal... Yo exclamé, impulsada por la necesidad de disculparme: ¡Me ha pegado!

¿El que mató al marido de cierta bribona á quien galanteaba, y partió con ella los doblones que el difunto había ahorrado, por cuyo delito le ahorcan si no anda por medio don Rodrigo...? El mismo. Ha mandado don Rodrigo á ese hurtado á la horca que enamore á la mujer de Francisco Montiño...

Y por último, dicho sea sin ofenderla, prefiero matar a una bribona como usted que a una mujer honrada como mi señora, que siempre me ha tratado bien. Es el primer paso que voy a intentar por el buen camino y espero que el Dios de Abraham y de Jacob sabrán recompensármelo.

La generala aceptó en seguida, creyéndose honradísima, y aquella señora ejemplar, aquella madre cariñosa y cristiana que había educado a sus hijas en el santo temor de Dios y en el cercado de la pureza, fió sin reparo alguno el más bello de sus ángeles a aquella pícara redomada, aquella bribona indecentísima...

Si yo creyera en brujas, pensaría que mi destino me proporcionaba esta noche el honor de ser presentado a ellas.... ¡Demonio!, ¿pero no hay gente en estos lugares?... Aún falta media hora para la salida de la luna. ¡Ah!, bribona, tienes la culpa de mi extravío.... Si al menos pudiera conocer el sitio donde me encuentro.... ¿Pero qué más da?

Pero cuando le dijo a Mauricia que se marchara, esta no quiso, y empezó a poner de oro y azul a doña Guillermina, hallándose esta presente, y a todas las señoras de las Juntas católicas, diciendo que eran unas tales y unas cuales. ¡Qué bribona! Si es atroz... le entran esos toques, y no sabe lo que dice. Doña Guillermina no se acobardó por esto, ni renunció a llevársela.

Tienes que escoger: ó Herminia es una farsante que tiene por cómplice al ejército francés representado por el hijo de Bobart, ó Clementina es una bribona que ha aprovechado una casualidad, si es que ella misma no la ha provocado, para ponerte ante los ojos una correspondencia que debía impulsarte á algún acto violento. Por mi parte, mi elección está hecha; acuso á Clementina.

Aquí estoy, mamá, no alborote, aquí estoy contestó por último Judit, haciendo lo posible por soltar la mano de su galán, que retenía con fuerza para que no se marchara. No te muevas de acá, bribona; no te me separes. Ven también, Raquel. ¡Ay, Jesús! ¡bien me decía tu padre!

Como si se me hubiese olvidado todo lo que había sufrido hasta los dieciocho años, como si en mi casa me hubieran mimado, prescindiendo de tanto recuerdo amargo y de algunas cicatrices que tengo repartidas por el cuerpo, quise volver al pueblo, ver los lugares donde había crecido, los rincones donde me escondía para llorar, la cueva donde me encerraban, el camaranchón que llamaban mi cuarto, la cuadra, las mulas, la fuente, todo aquello, en una palabra, que debía serme odioso: en fin, comprendo que era una chifladura ridícula, pero hasta quise ver a mi madre, y a mi padrastro, y a la bribona de la niña. ¿Qué pasó por ? como dicen en las comedias, no lo : pero cuando pensaba en ello decía mentalmente mi familia.

Aún me faltan la cocinera y la doncella dijo ; doña Ana, esa bribona, no tiene más criados; el olor de la cocina me llevará. El tío Manolillo adelantó. No era entonces un hombre, sino una fiera astuta que adelantaba recelosamente sin producir ruido hacia su presa. Un momento después la cocinera y la doncella estaban enmudecidas y atadas.