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Actualizado: 16 de junio de 2025
No me acuerdo de ninguna cosa anterior a la época en que viniste a vivir a mi casa de la calle de Hernán Cortés. Ayer estuve todo el día preocupado con una idea, y es que yo fui un lince en Partida doble. Sí, sí. ¿Pues creerás que trataba de recordar algo de esta ciencia sublime, madre de todas las demás ciencias, y no podía?...
No creerás que lo he inventado yo. Para que veas que no me gustan farsas contigo; eso que te incomoda tanto, es cosa de Aurora...». Y él: «Como la coja, le arranco la lengua. Es una víbora esa mujer, una envidiosa, una intrigante. Ándate con cuidado con ella». Comentario: «De veras que estuve muy prudente. No se debe hablar mal de nadie sin tener seguridad de lo que se dice.
Si creerás que a mí me comulgas con ruedas de molino. Mira, chico, aunque parece que estoy trastornado, veo más claro que todos vosotros. Y no se habló más del asunto.
Nunca he estado mejor dijo Rubín, sintiendo que la timidez le ganaba otra vez. No hagamos simplezas... Hace un frío horrible. ¡Qué año tan malo! ¿Creerás que anoche no pude entrar en calor hasta la madrugada? Y eso que me eché encima cuatro mantas. ¡Qué atrocidad! Como que estamos entre las Cátedras de Roma y Antioquía, que es, según decía mi Jáuregui, el peor tiempo de Madrid. v
También creerás que el inglés es un hombre antipático, desabrido, brusco, colorado, tieso y borracho como algunos que viste y trataste en la plaza de San Juan de Dios cuando eras niño. No: lord Gray es un hombre finísimo, de hermosa presencia y vasta instrucción.
A medianoche no había dormido aún; estaba sola. Podía pensar a mis anchas, y pensar en ti como me diera la gana. Llegó la mañana. ¿Qué creerás que hice? La cantidad era enorme. ¡Mil duritos! ¿De dónde había de sacar yo ese dineral? Pues verás... Vendí mis pendientes de tornillo y mi alfiler grande. Saqué doce mil reales. Compré otros diamantes falsos para que él no conociera el engaño.
Por respeto a sí misma, nunca había hablado de esto a nadie, ni al mismo Delfín. Pero una noche estaba este tan comunicativo, tan bromista, tan pillín, que a Jacinta se le llenó la boca de sinceridad, y palabra tras palabra, dio salida a todo lo que pensaba. «Tú me estás engañando, y no es de ahora, es de hace tiempo. Si creerás que soy tonta... El tonto eres tú».
Doña Lupe está deseando que vuelvas; pero deseándolo, para que lo sepas. Se lo he conocido en la cara y en el modo de decir que no... Yo no sé si te he contado que en un tiempo, a poco de enviudar, tuvo sus pretensiones respecto a mí... pretensiones honestas... Decía la muy fatua que yo le paseaba la calle. ¿Creerás que se le descompone la cara siempre que me ve?».
Me le encontré en Madrid al año siguiente, y como si tal cosa. ¿Creerás que me dijo algo de amor? ¿Creerás que se acordaba de cumplir las promesas que me había hecho? Buen cumplimiento nos dé Dios. Hija, frialdad igual no he visto.
Después te quejarás de que mi discurso ha durado más de lo convenido, y te creerás con derecho para hacerme objeto de tus reproches. No temas, Felipe; me acordaré de que eres abogado. Ea, dejémonos de bromas y hablemos en serio porque el asunto es grave. ¡Muy bien! Mírame repuso Amaury, afirmando los codos sobre el lecho con seriedad afectada. ¿Qué te parece? ¿Estoy bien de este modo?
Palabra del Dia
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