United States or Vanuatu ? Vote for the TOP Country of the Week !


Me hizo una confidencia; me refirió que había estado enamorada de un joven muy rico y apuesto, mas, por desgracia, dado al juego y a los vicios. «¡Le quise mucho! me decía entristecida, pero fué preciso olvidarle.... ¿Olvidarle? No, no le olvido aún.

Tuvo al principio la idea de buscar un abogado y presentarse al juez demandando a Esteven, y aun llegó a hablar de esto a Pablo Aquiles, que no sabía ni lo que hacía ni lo que le pasaba, pero desistió, temerosa del escándalo y entristecida con lo ocurrido.

Así es que el haber encontrado en medio de aquellas montañas al hombre que realizaba el sueño de los poetas cristianos y al verdadero mitador de Jesús, me parecía una agradabilísima pero fugaz ilusión, hija de mi imaginación solitaria y entristecida por los recuerdos.

P. D. ¡Cuidadito con no escribir! Te castigo: no vuelvo a pensar en La carta de Angelina fué para mi alma entristecida como el rayo del sol que disipa en valles y riberas las brumas que dejó la tempestad. Me sentí dichoso y feliz, feliz y orgulloso de ser amado. Algo como un soplo de primaverales vientos inundó mi alma y vino a reanimar mi desmayado corazón.

El Rey tiene cincuenta años, y aún quizás pase de ellos: la faz esta marchita, la carne fofa, los ojos han perdido viveza: la fisonomía que vimos en el gran retrato ecuestre parece antes que avejentada, fatigada, entristecida, como si en ella se marcara no sólo el curso del tiempo, sino el amargo sedimento que en el alma debieron de dejarle tantas tierras perdidas y tantas glorias eclipsadas: ya esta en la edad triste y desengañada en que oyéndose llamar el grande había de saber que era mentira.

Dime con toda franqueza, amigo Roger, exclamó de pronto, si no te parece como á que la bella Doña Constanza anda estos días entristecida y pálida, cual si la atormentase ignorada cuita. Nada he notado, contestó Roger sorprendido, mas bien pudiera ser como lo dices. Oh, sin duda.

Los señores se habían detenido en un puentecillo por donde el coche del corcovadito no podía pasar. ¡Señorita, nos llaman! Vamos. Gabriela se levantó, y antes de dar un paso miró entristecida la cifra escrita en la arena. Yo, al pasar, la borré con los pies. ¿Qué ha hecho usted? ¡Nada, señorita! ¡Bien hecho!... ¡Mejor! Locuras mías.... ¡Quién pudiera olvidar!

Créame, usted será la primera en agradecerme la manera como organice todo para nuestra mayor comodidad. No es la idea de librarme de su afectuosa tutela la que me induce a hacerle este ruego; lamento igualmente que usted haya podido suponerlo repuso la joven algo entristecida, pero, ¿se tiene jamás la seguridad de conservar una fortuna? ¿Quién conoce el porvenir?

No, no iré; no podría ir. Y Adriana, entristecida, se cubrió la cara con las manos. Pero luego, tomando la carta se puso a romperla, lentamente, en pedacitos que echaba al suelo, uno por uno. Y su lástima se desvanecía en la sensación de su dicha. Recordando que no habían convenido con Julio dónde se verían esa tarde, decidió ir a casa de las Aliaga. Acaso Julio estaba allí.

Su voz se hacía angustiosa; María Teresa, entristecida de verlo forzado a darle estas penosas felicitaciones, en un impulso de piedad le tomó la mano que apoyaba en el respaldo de un sillón, y reteniéndola entre las suyas, pronunció con una entonación de ternura que la sorprendió a ella misma: Gracias, Juan.