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Cuando solemos encontrarnos con seres mezquinos, con almas degradadas, para las cuales el respeto propio es vana palabra, que si llega a los oídos no conmueve el corazón, ni tiñe de rojo las mejillas, decimos: «¡Alma de esclavo!» Y sin quererlo pensamos en una vida de miseria que envileció el carácter y encanalló el espíritu.

¡Mi querida Mina! ¡Qué casualidad encontrarnos!... Vengo de Nueva York, para embarcarme en San Francisco. Voy al Congo.... Y ruborizándose por este absurdo rodeo geográfico, se apresuró á añadir: Quiero cazar donde no cazó el coronel Roosevelt. Voy á correr los países que él no visitó nunca.

Tales prejuicios de casta, o de pandilla, como diría Francisca, son tan extraordinarios que me producen el efecto de un gran anacronismo. ¡Bah! dije a la abuela, que estaba un poco sublevada con lo que acababa de oír; supongamos que vivimos en el siglo XVIII en lugar de encontrarnos en el XX, y todo será natural...

Como son las tres de la tarde, y ésta de un día de trabajo, tenemos que encontrarnos, al atravesar el citado salón, con dos largas filas de muchachos sentados ante un doble atril, sobre el que unos escriben y repasan otros la lección que han de dar más tarde en la mesa presidencial que ocupa el maestro, cuya diestra no suelta la tremenda palmeta de cinco agujeros.

Seguramente, amigo mío y si usted quiere ir á encontrarnos en Marsella, tendremos mucho gusto en llevarle por mar dentro de quince días. Al oir esta proposición la fisonomía de Sorege se tranquilizó. Movió la cabeza y dijo en tono cordial: Agradezco á ustedes vivamente su amabilidad, pero no puedo alejarme de París.

Nos separamos en París diciéndonos «hasta la vista» como se hace por lo general cuando costaría mucho esfuerzo pronunciar un adiós definitivo, pero sin prever ni el lugar ni el tiempo en que podríamos encontrarnos otra vez. Yo tenía pocos asuntos que arreglar y de ellos se encargó mi criado. Fui tan sólo a despedirme de Oliverio. Se preparaba a abandonar Francia.

Nosotros sufrimos más que usted, porque no sólo asistimos al cuadro que nos ofrece Melchor... sino que vamos a encontrarnos con su familia... ¡sobre todo con la señora!... ¡con la madre! y calcule nuestra situación...

Bien te dije, cuando nos conocimos, que Dios nos había puesto en camino de encontrarnos para que no nos separáramos nunca. Adondequiera que he ido te he llevado siempre en mi corazón y en mi cabeza, creyendo por ti y esperando por ti. Desde que nos conocimos no hemos cesado de estar juntos, de caminar juntos por la senda de la vida, á lo menos en lo que á corresponde.

Sesenta años de vivir, más que como amigos, como hermanos, y cada cual en su ministerio... ¡y cuidado si ha sido de altura el suyo!... algo rejunde en la entraña... me parece a ... De pronto diz el otro al uno de ellos: «vaya, pues yo me marcho... y para no volver: conque ajústame estas cuentas que tengo que dar a Dios, por tu mediación mesma de lo mucho que le debo y de lo poco y mal que le he pagado... y ahí te quedas, viejo y solo, hasta que te llegue la tuya, que no puede tardar porque de viejo nadie pasa; y ya verás lo que es jallarte un día y otro sin el amigo de siempre, que parecía ya carne de tus carnes y llenaba todo el lugar, aunque en él no se le viera...» Y vaya usté, por otra parte, a saber si al llegar la de uno, le cogerá así o le cogerá asao, porque la carne es flaca y Satanás no duerme, y si, por tomas o por dacas, tampoco volvemos a encontrarnos en el otro mundo.

»Buscamos un refugio en Inglaterra; habiendo llegado sin recomendación alguna, no teníamos conocimiento en el país, y carecíamos de recursos; nuestros bienes confiscados nos privaban de toda esperanza; juzguen ustedes, pues, de mi situación, cuando nos pidieron el precio de nuestro alojamiento, que las pocas alhajas que me quedaban no bastaban para pagar... Ibamos a ser despedidos vergonzosamente; estábamos próximos a encontrarnos sin pan, sin asilo... cuando llegó para el conde de Pópoli un paquete de Londres y una letra, por la cual un antiguo deudor del duque de Arcos enviaba a la sobrina de éste diez mil libras esterlinas que le debía hacía mucho tiempo.