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Actualizado: 25 de septiembre de 2025
Tres campanitas colgadas bajo un tinglado de nipa, un centenar de casas tendidas en una colina, media docena de sucios y adormecidos chinos descansando entre los diversos géneros de su especial comercio, tal cual cara bronceada y desaseada asomada á los tapancos viéndonos pasar, con la indiferencia propia de aquella raza, nos indicaron encontrarnos en Quipia. Este pueblo se formó el año 1649.
Nosotros, que habíamos visto, oído u observado muchas particularidades que se nos dijeron ser rastros o manifestaciones del fatídico personaje, acabamos, al fin, por encontrarnos con el "diablo" en persona y de manos a boca. Fue en el departamento de San Vicente, hoy Belgrano, en la provincia de Mendoza.
La sanidad y la capitanía del puerto. Desembarque. Con vientos variables y navegando bien en popa, bien en largo, pudimos contrarrestar la gran corriente ecuatorial, que muchas veces desvaneció nuestros cálculos. Día hubo que el barco parecía iba dejando muchas millas por la popa, y al creer encontrarnos con una buena singladura, nos situaba la observación más atrás que estábamos el día anterior.
La hora se me pasó, mamá me espera... Muñoz, tenemos que hablar, ya sé; le avisaré a Charito para encontrarnos una tarde aquí. Adiós, adiós. Julio, retenido un minuto por Lucía, la vio salir como huyendo. Tanto había conturbado a Muñoz la aparición momentánea de Adriana y tan lejos estaba de suponer que Julio frecuentaba la casa de Charito, que no le reconoció en el primer momento.
Todo lo encontraba igualmente amable, la gente que transitaba por las calles, el ruido napolitano del anochecer, el mar obscuro, la vida entera. Se despidieron ante la puerta del hotel. El conde, á pesar de sus ofrecimientos de amistad, se fué sin decirle cuál era su domicilio. «No importa pensó Ferragut . Volveremos á encontrarnos en casa de la doctora.»
Ello fue que alzarme del sitio que ocupaba y encontrarnos suspendidos en la atmósfera sobre Madrid, como el águila que se columpia en el aire buscando con vista penetrante su temerosa presa, fue obra de un instante. Entonces vi al través de los tejados, como pudiera al través del vidrio de un excelente anteojo de larga vista. Mira me dijo mi extraño cicerone. ¿Qué ves en esa casa?
Vivía en una de las casas inmediatas al teatro Real, que sirven de alojamiento a los artistas. Tenía prisa; había de comer con aquel joven de la embajada y dos críticos musicales cuya presentación le había anunciado. ¿Y yo, Leonora? ¿No nos veremos más? Tú me dejarás en la puerta, y ¡hasta que volvamos a encontrarnos! Quédate unos días.
Palabra del Dia
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