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Luego hablaba de sus lentas excursiones por la sierra de Guadarrama, siguiendo el curso de los riachuelos que bajan de las cumbres la nieve líquida, de una transparencia de cristal, alimento de los ríos; de los prados con su hierba llena de florecillas; del aleteo de los pájaros que venían a posarse entre los cuernos de los toros adormecidos; de los lobos que aullaban durante la noche, siempre lejos, muy lejos, como asustados por la procesión de fieras que llegaban tras el cencerro de los cabestros a disputarles su parte de bravía soledad... ¡Que no le hablasen de Madrid, donde se ahoga la gente!

El enfermo se agita, se estira, efectúa el movimiento como para bostezar; su estado se agrava hácia la noche, no puede dormir; las manos y los piés están helados, adormecidos, temblorosos; frio interior sin calosfríos, pero con laxitud y pesadez de cabeza que le fatiga; la cara y las partes genitales se conservan calientes; tiene apetito y se dispone á satisfacerle.

Necio sería, sin embargo, que adormecidos por la embriaguez del triunfo, olvidáramos los peligros pasados y no adoptásemos previsoras medidas para lo porvenir. El movimiento estenocista nos ha probado, en primer término, que los negros, á los que tantas consideraciones hemos guardado, son bastante ingratos para combatirnos con las armas en la mano y poner en peligro las instituciones nacionales.

Llegado á este estado el rebajamiento moral de los habitantes, el desaliento, el disgusto de mismo, se quiso dar entonces el último golpe de gracia, para reducir á la nada tantas voluntades y tantos cerebros adormecidos, para hacer de los individuos una especie de brazos, de brutos, de bestias de carga, así como una humanidad sin cerebro y sin corazón.

Los indianos de Sarrió permanecían por entero indiferentes, adormecidos por aquella vida holgazana y metódica en que el recuerdo de sus trabajos y penalidades de América les llenaba algunas veces de horror, y hacía más amable todavía su situación actual. ¡Qué les importaban a ellos las votaciones del ayuntamiento, las perrerías que El Faro y El Joven Sarriense se lanzaban, ni los chismes que sin cesar traían conmovida a la villa!

Desapareció la doctora, aturdida por este diálogo, del que sólo podía adivinar algunas palabras. Freya, inmóvil, con los ojos adormecidos y una rodilla entre sus manos cruzadas, se mantuvo aparte, entendiendo la conversación, pero sin intervenir en ella, como si le ofendiese el olvido en que la dejaban los dos hombres.

Tres campanitas colgadas bajo un tinglado de nipa, un centenar de casas tendidas en una colina, media docena de sucios y adormecidos chinos descansando entre los diversos géneros de su especial comercio, tal cual cara bronceada y desaseada asomada á los tapancos viéndonos pasar, con la indiferencia propia de aquella raza, nos indicaron encontrarnos en Quipia. Este pueblo se formó el año 1649.

La respuesta es fácil: diciendo , casi siempre se acertará. Mas la diferencia es grande si éstos son salados, renovados, saneados por el mar, ó pantanos adormecidos de agua dulce que, después de las sequías, producen emanaciones febrosas. ¿Es puro el mar ó mezclado? ¿Y en qué proporción? Gran misterio que uno no se atreve á esclarecer.

El marqués exponía las observaciones de su sabiduría, adquirida en interminables cabalgadas por la llanura andaluza, desierta, inmensa, de dilatados horizontes, como un mar de tierra, en el que eran los toros a modo de adormecidos tiburones que marchaban lentamente entre las oleadas de hierbajos.

Poco después de amanecer, cuando sus habitantes saboreaban los postres del sueño, oyendo adormecidos el rodar de los primeros carruajes y el campaneo de las primeras misas, sonaban rudos portazos y unos pasos de hierro hacían crujir la escalera. Era el Tritón, que se echaba á la calle incapaz de permanecer entre cuatro paredes así que apuntaba la luz.