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Más lejos un mozo aldeano deja pacer la yunta de sus vacas, y a lo largo de los caminos, que se pierden entre verdes y sonoros maizales, trotan cabalgadas de chalanes que van de feria, y cruzan graves y procesionales, viejos vestidos de estameña, con sus grandes bueyes de cobre luciente, hermosos como ídolos, con verdes ramos de roble en las testas. ¿Dónde se habrá metido el clérigo?

La mitad de su renta fué para el duque, que viajaba ó vivía en París en casa de una antigua amante, mientras Alicia podía hacer su voluntad en su palacete blanco de la Avenida del Bosque, ostentando una corona ducal un sus ropas interiores, en sus vajillas y en las portezuelas de los automóviles. La pequeña amazona de las cabalgadas matinales era ahora una mujer de soberbia belleza.

Los ricos hombres y caballeros ocupados en funestas parcialidades ó en correrías por las fronteras de los enemigos de la , gastaban sus rentas en las cabalgadas, y solo cuando era preciso dar honrosa sepultura á los amados restos del padre, del hijo ó de la esposa, y asegurar á sus almas los sufragios de la iglesia y de los fieles, se acordaban de construir capillas y de fundar en ellas capellanías; lo que se verificaba casi siempre con la economía que reclamaba su capital ocupacion, la guerra.

Todo español era soldado. Las continuas algaradas, cabalgadas y rebatos en los límites de los reinos musulmanes y cristianos obligaban al labriego a arar la tierra con las armas prontas. Una operación agrícola costaba muchas veces una batalla. El árabe le enseñó a cabalgar en corceles indómitos; la tradición del país, que databa de los auxiliares de Aníbal, hacía de él un peón infatigable.

El marqués exponía las observaciones de su sabiduría, adquirida en interminables cabalgadas por la llanura andaluza, desierta, inmensa, de dilatados horizontes, como un mar de tierra, en el que eran los toros a modo de adormecidos tiburones que marchaban lentamente entre las oleadas de hierbajos.

Aseguraban al Monarca que era la empresa cierta ejecutándola con celeridad y secreto, porque entretenido Dragut en cabalgadas y presas hacia el interior de Berbería, no contando Trípoli con más de 500 turcos de guarnición, sin repuesto de mantenimientos; asegurado el concurso del Rey de Caraván y el de la mayoría de los berberiscos, vejados y oprimidos de los turcos, por naturaleza soberbios, injustos y avaros; y siendo difícil que á tiempo tuviera socorro Solimán de tan larga distancia, concurrirían las circunstancias contra el astuto corsario y debían de aprovecharse antes que su creciente poderío llegara á amagar otros puntos.

Estaba próximo á los sesenta años, y la vida ruda del campo, las cabalgadas bajo la lluvia, los ríos vadeados sobre el caballo nadador, las noches pasadas al raso, le habían proporcionado un reuma que amargaba sus mejores días. Pero la familia acabó por comunicarle su entusiasmo. «¡A París!...» Creía tener veinte años.