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Actualizado: 1 de junio de 2025
¿Qué significaba todo aquello? Un contrato de matrimonio, evidentemente. ¿Pero con quién? ¿Con el oficial o con el diplomático? Su corazón se columpia entre los dos exclamó el aprendiz acechando desde la ventana la llegada del conde. ¡Silencio! mandó de nuevo el principal. Usted, que es un hombre de peso, ¿cuál es su opinión? Mi opinión es que no la tengo, querido Candore.
Ello fue que alzarme del sitio que ocupaba y encontrarnos suspendidos en la atmósfera sobre Madrid, como el águila que se columpia en el aire buscando con vista penetrante su temerosa presa, fue obra de un instante. Entonces vi al través de los tejados, como pudiera al través del vidrio de un excelente anteojo de larga vista. Mira me dijo mi extraño cicerone. ¿Qué ves en esa casa?
El ministerial anda a paso de reforma; es decir, que más parece que se columpia, sin moverse de un sitio, que no que anda. Es, por último, el ministerial de suyo tímido y miedoso.
La rima y el acento: hé aquí, pues, los dos pilares en que se columpia suavemente el verso, hé aquí las dos condiciones que lo caracterizan; hé aquí las dos líneas pronunciadas que lo separan del verso antiguo, y la causa de que sea tan difícil hablar y pensar en verso en nuestros dias.
El ancla desgarra con sus dientes el lecho de algas en que ha dormido, el carbón chisporrotea en las parrillas dando aliento á los pulmones de acero de la caldera, los engranajes se ajustan, las dobles poleas hacen alarde de su potencia, las burdas, cabos y calabrotes, prueban su elasticidad, las cadenas hieren la cubierta, y en medio de toda aquella vida y de aquel movimiento en que nada está quieto, el barco se columpia libre de toda traba, combinando las palas de la hélice en el fondo de las aguas espirales remolinos que llevan á la superficie entrelazadas ondulaciones en las que se tejen las filigranas de espuma que deja en pos de sí la bullente estela.
Todo lleno de algas y de hierbas, ha sido invadido por los pinos acuáticos y los juncos; en el medio solamente resalta un hilo de agua cenagosa y negra, en el que se columpia perezosamente la lenteja acuática, con sus hojas delicadas de color verde claro.
Meter a bordo el rizón. A la voz del patrón los cuatro hombres que tripulan la barca, uno tras otro, van saltando a bordo con un rosmar de protesta. El patrón manda aparejar la vela y se inclina sobre la borda de popa para armar la caña del timón. Después se santigua. La barca se columpia en la cresta espumosa de una ola. Comienza la travesía.
Palabra del Dia
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