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Actualizado: 7 de julio de 2025
El Chiquito sonreía bajo la ovación tumultuosa de sus protectores, viendo al mismo tiempo una señal de su triunfo en el gesto taciturno y miedoso de su contrincante y en la ansiedad silenciosa de todos los del país, que apostaban por el guipuzcoano.
Además, era un miedoso, que siempre temía resfriarse y no osaba salir á la calle en los días nublados si le faltaba el paraguas. A él que le hablasen de hombres valientes. No sé... respondía á su madre . Tal vez estará metido en cama, con siete pañuelos en la cabeza. Cuando volvía don Pedro, la casa recobraba su normalidad de reloj pausado y seguro.
Tenía el vestido hecho pedazos, enmarañado el cabello, las uñas sucias y el semblante demudado y miedoso.... La lucha horrible del día anterior había dejado en sus delicadas muñecas unas manchas carbonadas. Salvador midió con aquella sola mirada la escena desoladora, y no sólo con pena, sino con ira, con imperio y furor, le dijo a doña Rebeca: ¡A ver, un abrigo; tenemos mucha prisa!
El ministerial anda a paso de reforma; es decir, que más parece que se columpia, sin moverse de un sitio, que no que anda. Es, por último, el ministerial de suyo tímido y miedoso.
Mi tío, egoísta y miedoso como todos los ancianos a quienes lo avanzado de su edad les hace amable la vida y que temen perder los bienes que poseen, no quiso verme, y mandó cerrar todas las puertas que daban a mis habitaciones; me hubiese hecho salir del castillo, pero no se atrevió, temiendo no encontrar quien ejecutase sus órdenes.
Al fin, el gigante, aburrido de tantas mediaciones y no queriendo que los pigmeos le creyeran miedoso de su poder, accedió á salir de la Galería. Un zumbido inmenso se levantó del suelo saludando su presencia.
Pensó que las corrientes podían haber arrastrado su cadáver desde el otro promontorio al lugar en que flotaba él. Tal vez lo tenía debajo de sus pies... Una fuerza irresistible tiró de ellos: sus manos paralizadas se soltaron del madero. ¡Tío!... ¡tío! Lo gritó en su pensamiento con el mismo balido miedoso que cuando era pequeño y hacía las primeras nataciones.
Hasta disen que estuvo con vosotros Plumitas el ladrón. Aquí dio un salto el Nacional, a impulsos de la sorpresa y la inquietud. Le pareció que entraba en el patio, hollando las losas de mármol, un jinete mal pergeñado, con sombrero mugriento, y se apeaba de su jaca, apuntándole con una carabina por hablador y miedoso.
Todo estaba previsto... Debía entregar el mando al verdadero dueño de la goleta: un miedoso que se había hecho pagar muy caro el alquiler del buque, pero sin atreverse á poner en riesgo su persona. En la cámara estaban los papeles en regla para justificar esta navegación. Salude en mi nombre á las señoras... Dígales que pronto oirán hablar de nosotros. Vamos á hacernos dueños del Mediterráneo.
¡No lo sé, no lo sé! contestó todo gemibundo y miedoso Montiño. ¡Cómo! ¿No os ha dicho el tío Manolillo?... No, ni la Dorotea tampoco. ¿Qué decís de la Dorotea? La Dorotea ha sido la que me ha mandado envenenar un dulce... guisar una merienda. ¡La Dorotea!... ¡Dios mío! ¡Corred, corred, que la Dorotea quiere envenenar á una persona!... ¡Y no os ha dicho el nombre de esa persona!... No; no, señor.
Palabra del Dia
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