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Actualizado: 30 de abril de 2025


Le doy a usted dijo Aparisi, acompañando su generosidad de un gesto imperial , la friolera de sesenta metros cúbicos de piedra sillar que tengo en la Guindalera. ¿A cómo? preguntó Guillermina, mirándole con los ojos guiñados y apuntándole con la aguja de media. A nada... La piedra es de usted. Gracias, Dios se lo pague. Y el marqués, ¿qué me da?

Advertido de su distracción, apostrofolo el Chucro, apuntándole al pecho con la carabina: ¿Por qué te quedas papando moscas? ¡Acabá de una vez el pozo, si no querés que te entierre antes que al comisario! Peñálvez se secó el sudor de la frente y siguió cavando. Entre los golpes de pala cavilaba cómo daría, cuando volviera, la noticia de su viudez a la mujer del comisario.

Hasta disen que estuvo con vosotros Plumitas el ladrón. Aquí dio un salto el Nacional, a impulsos de la sorpresa y la inquietud. Le pareció que entraba en el patio, hollando las losas de mármol, un jinete mal pergeñado, con sombrero mugriento, y se apeaba de su jaca, apuntándole con una carabina por hablador y miedoso.

Sarto siguió apuntándole, con expresión tan dolorida en el rostro que me costó trabajo no soltar la carcajada. Permanecimos allí diez minutos más. Ya lo ha oído usted dijo Sarto. Le han mandado a decir que «todo va bien.» ¿Y qué quieren decir con eso? pregunté. ¡Dios sabe! contestó Sarto frunciendo el ceño. Pero es innegable que el mensaje le ha hecho venir de Estrelsau en la mayor incertidumbre.

Cuando Barco Nuñez de Balboa descubrió la tierra, en que se fundó la villa de Santa Maria, la antigua del Daryen, no tuvo otro antecedente para saber de la situacion del mar del sur, y de las tierras del Perú que el dicho de un hijo del cacique Careta, apuntándole con el dedo hácia el medio dia.

Luego movía la cabeza con desaliento. Al asomarse de noche, aunque fuera con estas astucias, el enemigo, emboscado abajo, podía verlo, apuntándole con toda comodidad apoyados los codos en una rama o en una piedra, sin miedo a perder el tiro. Peor era aún echar el cuerpo fuera de la puerta y pretender bajar.

¡ acabarás! decía blandiendo una faca y desviándose de un salto cada vez que el sacerdote tiraba del gatillo, apuntándole. Y cuando el cilindro del arma rodó sin que saliera ya ninguna detonación, el obrero, con una risa feroz, se abalanzó sobre el cura, abrazándolo, cayendo con él al suelo, hundiéndole en la espalda el arma con tanto ímpetu, que la hoja quebróse en dos pedazos.

Nosotros también vamos, qué diablo, pero no se nos ha ocurrido vestirnos como usted... Es que yo no voy solo contestó mi tío. ¡Cómo! ¿persigue alguna aventura entre telones? preguntó don Benito con sorna. No... déjense de bromas, acompaño a la familia de Montifiori, a Blanca... ¿Usted? inquirió don Benito, apuntándole con el dedo. , yo, ¿qué tiene de extraño?

Palabra del Dia

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