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Era juez entonces un Machado, Y dicen, que bien pudo, si quisiera, Que del Ingles no fuese saqueado El pueblo, y el mancebo que saliera Con arco y flechas de otros ayudado Bien fuera, si Machado no impidiera, Y en breve mucha gente se juntára, Con que el Ingles victoria no cantára.

Y sin el menor susto tomó la cáscara de nuez, la envolvió bien en musgo fresco para que no se saliera el agua, la puso en su gran saco de cuero, y se volvió por donde vino, saltando y cantando. ¿Ya sabes de dónde viene el agua? le gritó Pedro. , hermano; viene de un agujerito. ¡Oh, a este amigo se lo come el talento! ¡Por eso no crece! dijo Pablo, el paliducho.

Pues señor, entró D. Carlos en la iglesia, como he dicho, por la puerta que llamaremos del Cementerio de San Sebastián, y las ancianas y ciegos de ambos sexos que acababan de recibir de él la limosna, se pusieron a picotear, pues mientras no entrara o saliera alguien a quien acometer, ¿qué habían de hacer aquellos infelices más que engañar su inanición y sus tristes horas, regalándose con la comidilla que nada les cuesta, y que, picante o desabrida, siempre tienen a mano para con ella saciarse?

Se preocupaba de lo que yo pensaba, de lo que hacía y sin cesar me preguntaba qué era lo que en fin había resuelto emprender después que saliera de mi provincia. «He sabido me decía, que es usted el primero de la clase. Está muy bien. Pero no se envanezca por semejantes ventajas. La emulación en el colegio es la forma ingenua de una ambición que usted conocerá más tarde.

¡Oh! ¡Ese olor de fenol, ese vapor dulzón, repugnante! Me daba el vértigo, ponía como un velo sobre mis pensamientos y esparcía un presentimiento de muerte y de espanto. El anciano doctor llegó; me miró a la cara y me ordenó, con ese tono a la vez paternal y brusco que le era habitual, que saliera en el acto a respirar aire fresco: él mismo cuidaría a la enferma hasta mi regreso.

Un caballero, amigo de Millán, prometió después interesarse para que fuese destinado al batallón de escribientes o a la imprenta del Ministerio de la Guerra, pues lo principal era evitar que saliera de Madrid, propósito difícil de conseguir durante aquellos días, en que los poderes públicos se veían obligados a echar mano de todos los cuerpos e institutos militares para combatir la insurrección carlista, que ya merecía el maldito nombre de guerra civil.

Hoy es 1.º de Octubre dijo Sola, con frase rápida, como centella de palabra que de sus labios saliera. No, que es mañana apuntó Cordero riendo ; yo tengo el Calendario en el dedo. No quieras ahora que los días salten unos sobre otros. El tiempo es un señor a quien se ha de tratar con muchísimo respeto. Observa la calma y el método con que anda.

Echábanle saetillas bien intencionadas en la mesa y en los ratitos de conversación que había a menudo entre los tres; pero la buena parte iban con indirectas ¿No le veían risueño, no le veían gozoso y no estaban siempre hurgándole para que saliera en busca de su media naranja?

Si alguna de todas estas cosas que he dicho viera yo en el que mis padres me dieran por esposo, a su voluntad se ajustara la mía, y mi voluntad de la suya no saliera; de modo que, como quedara con honra, aunque quedara sin gusto, de grado te entregara lo que , señor, ahora con tanta fuerza procuras.

Era Ballester, quien al verla, se quedó algo cortado. «¿Viene usted a esta casa? le dijo la dama . Pues tómelo con paciencia, que el pájaro voló. La señora esa se ha ido a la calle. Dentro están el chico y la criada; pero como se llevó la llave, no podemos entrar. Aguante usted el plantón, como yo, si no tiene prisa, que ya no puede tardar». ¡Pero si le habíamos prohibido que saliera!