United States or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !


Mas prudentes fuéron los príncipes de su familia que permaneciéron en su patria, y por consentimiento de la nacion dispusiéron que no saliera nunca ningun habitante de nuestro pequeño reyno: lo qual ha mantenido intacta nuestra inocencia y felicidad.

¡Clara, Clara! exclamó el fanático desde dentro con voz fuerte." Clara cerró la puerta, y el militar se quedó cortado y aturdido en la escalera. Su primer intento fué llamar otra vez, llamar hasta que ella saliera; pero reflexionó en lo imprudente de semejante conducta. Bajó con lentitud. ¿Qué misterio hay en esta casa? decía para .

Síntomas favorables eran la obediencia a cuanto se le mandaba, y lo juicioso y sosegado de sus respuestas. Aquella noche durmió con tranquilidad, y nada ocurrió que saliera del canon ordinario. A la tarde siguiente convinieron marido y mujer en dar un paseo a prima noche.

Como el suceso no era para menos, se apresuró el Asistente D. Diego Sarmiento y Sotomayor, conde de Salvatierra, á llevar á cabo los preparativos para recibir á los huéspedes dignamente y así hizo que en el Alcázar se dispusiera lo conveniente para alojarlos y que la ciudad saliera con toda gravedad á recibirlos cuando entraron en ella el día 23 de Octubre.

Después le había admirado, con una admiración rayana en el amor, al apreciar su poder para los negocios, su fuerza creadora que hacía nacer nuevas industrias, el poder mágico, que esclavizaba el dinero, la inteligencia que hacía danzar los millones, sin que ninguno se saliera de línea.

»Entonces discurrieron los españoles otros procedimientos que llegaran al propósito no alcanzado por la violencia: se le ofreció, por conducto de persona de la Embajada, que su amo le restituiría los bienes, siempre que renunciara la pensión y saliera de Francia.

Buscó, pues, el manuscrito, le halló, y considerando que las dos únicas personas capaces de entender en el lugar aquello que él llamaba una monserga eran D. Anselmo y doña Luz, y que D. Anselmo por ser impío no apreciaría tan bien la monserga como doña Luz, que era creyente, no titubeó en llevar el manuscrito a doña Luz, sin abrir siquiera sus páginas, porque le estorbaba lo negro, como no fuesen cuentas en que él saliera ganando y con alcances a su favor.

Me suplicó que saliera, me lo pidió de rodillas; yo le dije que no esperara nada, que usted no podría ni sabría salvarla del poder de aquella gente cruel. Nada, no me oyó. Su propósito era inquebrantable. Conocí que su fidelidad era la más grande de sus virtudes; y creyendo que era imposible arrancarle la primera imagen, la imagen que nada puede borrar, desistí de mi intento.

No faltó quien le dijese al huésped como estaba allí escondido; subió por él, y más por fuerza que por grado, le hizo bajar; y aun no bajara si el mismo Corregidor no saliera al patio y le llamara por su nombre, diciendo: Baje vuesa merced, señor pariente; que aquí no le aguardan osos ni leones.

Di dos o tres aldabonazos, que retumbaron como truenos y fulguraron como relámpagos... ¡Santa Bárbara! me dije, persignándome a modo de vieja gruñona. Y como nadie saliera a recibirme y la puerta estaba abierta, me colé adentro de la casa de Tucker. El rojo fulgor de los relámpagos producidos por los aldabonazos, en medio de una profunda obscuridad, me guiaron hacia la escalera.