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Un cuerpo que dista cien varas de otro, no puede distar una vara sola: á esto la geometría se opone: si las relaciones de los cuerpos son variables, esta proposicion no significará nada con respecto á la realidad; luego la geometría quedará desmentida. Admito la consecuencia: pero añado que el principio en que se funda, entraña una suposicion contraria á la de mi teoría.

La que duerme arrullada por el cántico de las ingentes olas del Atlántico; la que empujó a Colón hasta la entraña del mundo nuevo, que copió su hechura; la que llevó a las pueblos y cultura y áuras de libertad... Esa es España.

Voy a confesar que, al oír esta noticia, sentí cierto cosquilleo por la parte de adentro, cuya sensación era semejante a si se me desprendiese de su sitio alguna entraña interesante, aunque sin dolor. Los cortos residuos de niebla que la manzanilla podía haber dejado en mi cerebro se evaporaron de súbito. En mi vida me sentí más despejado.

¿Hemos cambiado algo de entonces a la fecha? Hemos cambiado en frágiles apariencias; la entraña de nuestro pueblo es la misma. Es preciso algo más hondo y más eficaz: es preciso llevar al pueblo la seguridad de una vida sana y placentera. Un pueblo pobre es un pueblo de esclavos. No puede haber independencia ni fortaleza de espíritu en quien se siente agobiado por la miseria del medio.

Y desde entonces no existe quien beba en la copa triste de bohemio que no existe. Héla ahí: fino el cristal, sin la flor sentimental Héla ahí: ¡rojo el cristal!... ¡Oh pobre corazón! ¡oh entraña mía, sitibunda y loca, que tiemblas a la más breve ilusión puesta en la miel de una divina boca!

mientras del llano a la escarpada sierra, el acero traidor rompa tu entraña y en sangre inunde tu bendita tierra: mientras no enfrenes esa impía saña que hoy ceba sus instintos destructores en tantos hijos de la madre España; mientras al Dios del Sinaí no implores que tienda un velo a tu reciente historia, nunca esperes ni aplausos ni loores.

Sesenta años de vivir, más que como amigos, como hermanos, y cada cual en su ministerio... ¡y cuidado si ha sido de altura el suyo!... algo rejunde en la entraña... me parece a ... De pronto diz el otro al uno de ellos: «vaya, pues yo me marcho... y para no volver: conque ajústame estas cuentas que tengo que dar a Dios, por tu mediación mesma de lo mucho que le debo y de lo poco y mal que le he pagado... y ahí te quedas, viejo y solo, hasta que te llegue la tuya, que no puede tardar porque de viejo nadie pasa; y ya verás lo que es jallarte un día y otro sin el amigo de siempre, que parecía ya carne de tus carnes y llenaba todo el lugar, aunque en él no se le viera...» Y vaya usté, por otra parte, a saber si al llegar la de uno, le cogerá así o le cogerá asao, porque la carne es flaca y Satanás no duerme, y si, por tomas o por dacas, tampoco volvemos a encontrarnos en el otro mundo.

La herejía era el rejalgar que, una vez en la entraña, daba al traste con la más firme entereza, y, según él, ya el tósigo estaba en parte sorbido. Valladolid era un foco de luteranos. Salamanca, un seminario de herejes. Los discípulos de Valdés y de Ramus, los secuaces de Erasmo y de Lutero eran asaz numerosos.

Se me quebraban las costillas, se me hundían los costados, me tiraba a las paredes, daba corcovos y regañaba los dientes como un basilisco. Estaba tan amarillo como la paja segada. Un día me dijo el señor cura: Manín, careces del pecho. ¡Yo carecer del pecho, señor cura! ¡No me conoce usted bien! Apalpe aquí por su vida; más recia tengo la entraña de lo que usted piensa.

La razón del «mal nuevo», que también nos mencionó él anoche. Será así; pero no lo entiendo. Pues sigamos con el ejemplo imaginado, y supongamos que el delincuente victorioso es un arbitrista de nota, hombre de veta soez y peor entraña, logrero y trapisondista, pero bien redondeado de caudales.