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Una imprudencia, por pequeña que fuese, y estaba perdida; el menor descuido, y en vez de ingeniosa enamorada, semejaría codiciosa enredadora. ¡Triste condición de toda mujer amante y burlada, que al reconquistar el bien perdido, parece trapisondista despreciable! Capítulo XIX De cómo Cristeta representó en un palco mejor que cuando lo hacía en el escenario

Estas despertaron en su mente un vivo recuerdo; buscó apresuradamente el anónimo que encerraba la denuncia, cotejó ambas letras, y el velo se rasgó entonces por completo. ¡Era la misma!... Probado quedaba que la excelentísima señora condesa de Albornoz era una trapisondista de tomo y lomo, y el excelentísimo señor gobernador de Madrid un majadero de siete suelas.

Ya, ¿qué se puede esperar de un trapisondista calavera, como usted, que abandonó a su familia por irse a extranjis a aprender malas mañas? ¡Decir que España ha de ser francesa! Salga usted de mi casa, y no ponga más los pies en ella. ¿Qué te parece, Gregoria? Mujer, ¿te estás con esa calma y no bufas de cólera como yo?

Comprendió que la infeliz a quien estaba engañando no era casada trapisondista que mereciese desprecio por faltar a su deber, ni viuda buscona armada por la experiencia contra la seducción, ni siquiera mozuela desenvuelta y sabedora de cómo se finge la pérdida de la honestidad: era una pobre mujer realmente apasionada, que sin carecer de perspicacia y malicia, las tenía como adormecidas y embotadas por el pícaro amor.

Así lo comprendió el excelentísimo señor don Juan Antonio Martínez, y hecho un basilisco fue a pedir al gobernador cuenta de su torpeza; alborotóse este, y guardándose muy bien de confesar que sólo en un anónimo cifraba él las pruebas del complot de Currita, aseguró campanudamente que le constaba la existencia de una vasta conspiración alfonsina, que el marqués de Butrón la dirigía, y que la señora condesa de Albornoz era una trapisondista de tomo y lomo.

Murió el viejo don Anselmo, que era el alma de la casa, y ha sido forzoso liquidarla a instancias del yerno del difunto, un tal Córcoles, logrero y trapisondista de medianeja reputación. Los demás del gremio, unos arrastrándose poco a poco y otros como pueden, continúan en sus covachones de los arcos de la Plaza Mayor.

Le pregunté quién era y me respondió que una trapisondista. Para abreviar: Faustina volvió diciéndome como se llamaba y donde vivía.

Para acabar de aburrirle y trastornarle, un día fue Villalonga con nuevos cuentos. «He averiguado que el hombre aquel es un trapisondista... Ya no está en Madrid. Lo de los fusiles era un timo... letras falsificadas». Pero ella... A ella la ha visto ayer Joaquín Pez... Sosiégate, hombre, no te vaya a dar algo. ¿Dónde dices? Pues por no qué calle. La calle no importa.

¿Ves ese me decía que se tambalea sobre las piernas, y lleva la cara metida hasta las narices en un sombrero viejo, mal calzado y peor vestido? Pues es un hombre muy honrado; tiene siete hijos, y el mayor, con quien gastó la mitad de su pobreza para librarle de la cárcel en que le metieron por haber dado una paliza á su vecino, después de casado le puso pleito y le embargó la pobre choza que le quedaba, porque no le devolvió una corta suma el mismo día en que venció el plazo del préstamo.... Hoy se habría muerto de hambre y de pena si yo no le hubiera dado el dinero para salir de su apuro. Ese otro jaquetón, tan planchado y que parece un señor, es un trapisondista capaz de pegársela al lucero del alba. Repara bien en esa mujer que nos ha saludado con voz melosa y sin levantar los ojos del suelo; pues es una bribonaza, chismosa, enredadora y capaz de beberse á toda su casta: apostaría una oreja á que lleva la botella del aguardiente debajo del delantal. ¡

Eres tan hipócrita como intrigantuelo y trapisondista repuso entre severa y amable. ¿Conque me tienes ley? ¿Por qué te portaste tan mal conmigo? Señora exclamé, haciendo aspavientos de respeto . ¡Yo portarme mal! ¡Si no podré olvidar nunca lo bien que estaba al servicio de Su Excelencia! ¿Quieres ser otra vez mi criado? me preguntó. Esta proposición cayó sobre como un rayo.