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Escribiéndole cartas a la novia. Mentira... ¿yo...? Quita allá, enredadora... Volvió a su cuarto, llevando la mano del almirez, y echada otra vez la llave, tapó el agujero con un pañuelo. «Ella no mirará; pero por si se le ocurre...». El tiempo apremiaba y doña Lupe podía venir. Cuando cogió la hucha llena, el corazón le palpitaba y su respiración era difícil.

Una imprudencia, por pequeña que fuese, y estaba perdida; el menor descuido, y en vez de ingeniosa enamorada, semejaría codiciosa enredadora. ¡Triste condición de toda mujer amante y burlada, que al reconquistar el bien perdido, parece trapisondista despreciable! Capítulo XIX De cómo Cristeta representó en un palco mejor que cuando lo hacía en el escenario

¿Ves ese me decía que se tambalea sobre las piernas, y lleva la cara metida hasta las narices en un sombrero viejo, mal calzado y peor vestido? Pues es un hombre muy honrado; tiene siete hijos, y el mayor, con quien gastó la mitad de su pobreza para librarle de la cárcel en que le metieron por haber dado una paliza á su vecino, después de casado le puso pleito y le embargó la pobre choza que le quedaba, porque no le devolvió una corta suma el mismo día en que venció el plazo del préstamo.... Hoy se habría muerto de hambre y de pena si yo no le hubiera dado el dinero para salir de su apuro. Ese otro jaquetón, tan planchado y que parece un señor, es un trapisondista capaz de pegársela al lucero del alba. Repara bien en esa mujer que nos ha saludado con voz melosa y sin levantar los ojos del suelo; pues es una bribonaza, chismosa, enredadora y capaz de beberse á toda su casta: apostaría una oreja á que lleva la botella del aguardiente debajo del delantal. ¡

Al ama le parecía tan mal como al excusador aquel plan, y en su interior llamaba «enredadora y liosa» a la beata; pero era tanto el gusto que sentía por verse desembarazada de ella, que calló y pasó por todo. Existía siempre entre ambas una rivalidad fácil de explicar.

Cállate la boca... No te pido explicaciones, ni las necesito, ni las creo; ya sabes que no creo nada de lo que me dices, embustera, enredadora». Conocedora del carácter de la señora, Benina sabía que el peor sistema contra sus arrebatos de furor era contradecirla, darle explicaciones, sincerarse y defenderse. Doña Paca no admitía razonamientos, por juiciosos que fuesen.

Estuve poco tiempo; al llegar, me robáron quanto traía unos rateros en la plaza de San German; luego me reputáron á mi por ladron, y me tuviéron ocho dias en la cárcel; y al salir libre entré como corrector en una imprenta, para ganar con que volverme á pié á Holanda. He conocido la canalla escritora, la canalla enredadora, y la canalla convulsa.

El bufón continuó: Como doña Catalina es una dama muy discreta y tiene mucho ingenio, y es intrigante y enredadora y sagaz donde los hay, nada tiene de extraño que haya averiguado que Quevedo sólo ha venido á Madrid á buscar al hijo del duque de Osuna para llevárselo á Napóles.

Por Dios, Sr. de Santorcaz decía la vieja , no grite usted ni hable tales cosas donde le puedan oír. Mi marido y yo, que ya le conocemos de antes, no nos espantamos de sus extravagancias; pero, ¡ay!, la vecindad de esta casa es muy entremetida, muy enredadora, y no se ocupa más que de chismes y trampantojos.