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»Te hice sufrir una injuria; » no supiste perdonar la injuria y levantaste tu mano armada contra un hombre y le mataste. » no eras merecedor de la felicidad. »El ángel que yo te había dado, vio sangre humana en tu frente y se horrorizó de ti... »Y el horror le mató. »Le mató como un tósigo lento.

¿De suerte que dijo el rey, que en asuntos de conciencia era muy escrupuloso la mentira puede, y aun debe usarse, según las circunstancias? Indudablemente dijo el padre Aliaga ; veamos el caso actual; hay que engañar á un hombre... á Ignacio Soldevilla, para evitar grandes males. Debe engañársele, el fin es bueno; el tósigo se emplea comúnmente como medicina. Pero, ¿qué grandes males amenazan?

De repente los Duques de X ... se opusieron al casamiento de su hijo; Salomé estuvo siete días en cama con dolor de muelas; su padre oyó con sumisión la homilía que el fraile le espetó por vía de consuelo, y Elías Orejón le leyó en seguida unas terribles cuentas, que le hicieron el efecto de un tósigo. La joven empezó entonces á enflaquecer.

Así es que, cuando se hubo añadido una nueva tumba al pequeño cercado, y a expensas del maestro se colocó en ella una lápida con su correspondiente inscripción: «La Bandera de la Red-Mountain», se portó como buena e hizo lo que debía respecto de la memoria de uno de «nuestros más antiguos zapadores», refiriéndose graciosamente a aquel «tósigo de las más nobles inteligencias», y relegando generosamente al olvido el pasado «de nuestro querido hermano». «Llora hoy su pérdida una hija única, decía La Bandera, que es ahora una alumna ejemplar gracias a los esfuerzos del reverendo Mac SangleyEn verdad, el reverendo Mac Sangley hacía gran caso de la conversión de Melisa, y atribuyendo indirectamente a la desgraciada niña el suicidio de su padre, se permitió intencionadas alusiones a los efectos beneficiosos de la «silenciosa tumba», y en tan alegre contemplación redujo la mayor parte de los niños a un estado de horror tan grande que fue causa de que los vástagos de las primeras familias guardasen en clase silencio tal, que bien lo hubiese querido el maestro para todo el año.

Usa Valencia otros modos En castigar renegados, No en publico condenados, Mueran á tosigo todos. Mas un moro viene aca, No estemos juntos aqui, Saavedra por alli, Yo y Sebastian por aca. Entranse. Salen AURELIO y IZUF. Trescientos escudos , Aurelio, por la doncella, Y estos al turco, que á ella Alma y vida le rendí, Y es poco, segun es bella.

No es cosa de aguardar a que esos incircuncisos vengan aquí a darle a uno tósigo. Mas ya el cura de Boán y el señorito de Limioso, unidos al Tuerto, formaban un grupo lleno de decisión.

Allí se adormecen, y cuando, al despertar, sienten venir la muerte en los primeros efectos del tósigo, reúnen sus fuerzas, se arrastran hasta la orilla del mar y absorben con avidez las ondas saladas que les devuelven la vida. Se conserva el recuerdo de unos jóvenes norteamericanos que, echándose el fusil al hombro, resolvieron hacer a pie el camino de Salgar a Barranquilla.

Era la india de buen natural y no se dejaba fácilmente trabucar el juicio con las necedades locas de los suyos, y mucho menos de la falsa aprensión de que el santo bautismo era tósigo para quitar la vida, conociendo á tantos españoles viejos, con canas, que habían sido bautizados; por eso de buena gana ofreció el niño al Padre; el cual, lleno de una generosa y humilde confianza en Dios, rogó á Su Majestad y le suplicó quitase aquel embarazo á la santa , pues no le costaría más que una insinuación de su voluntad; luego se volvió á San Francisco Xavier, pidiéndole que mirase con ojos de misericordia á aquella ciega gentilidad; y pues tanto procuraba la honra de Dios alcanzase de Su Majestad que aquel santo Sacramento no sólo sirviese para librar el alma de aquel inocente de la esclavitud del demonio, sino también para librarle de la enfermedad corporal; y ofreció en agradecimiento de aquel beneficio, que esperaba recibir, le llamaría Francisco Xavier.

Y sacó un papel ajado y le desenvolvió. ¡Cuidado! ¡cuidado con lo que hacéis! no vaya á caer el tósigo en algún otro plato dijo el bufón dando la confitura al cocinero y apartándole del bufete donde los otros platos estaban servidos . Hacedlo aquí. Ni veo, ni lo que me hago dijo el cocinero mirando con terror los polvos rojizos que contenía el papel. Pues ved de ver dijo el bufón.

Yo amo repitió con acento más concentrado ; amo con toda la desesperación de Satanás; mi amor es más ardiente, más terrible, más atormentador que el fuego del infierno: me consume, me abrasa las entrañas, es un tósigo de muerte que llevo consigo; un dardo envenenado que no puedo arrancarme. El bufón se detuvo para tomar aliento, porque de todo punto había enronquecido.