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Las mujeres salían a sus puertas movidas de la curiosidad; empezaba el chismorreo, y poco después, en los murmurantes corros que se formaron, circulaban noticias y comentos: «A la señá Nicanora le ha traído un mantón borrego, al tío Dido un sombrero y un chaleco de Bayona, y a Rosa le ha puesto en la mano cinco duros como cinco soles...». «A la baldada del número 9 le ha traído una manta de cama, y a la señá Encarnación un aquel de franela para la reuma, y al tío Manjavacas un ungüento en un tarro largo que lo llaman pitofufito... sabe, lo que le di yo a mi niña el año pasado, lo cual no le quitó de morírseme...». «Ya estoy viendo a Manjavacas empeñando el tarro o cambiándolo por gotas de aguardiente...». « que le quiere comprar el niño a señó Pepe, y que le da treinta mil duros... y le hace gobernaor...». «¿Gobernaor de qué?...». «Paicen bobas... pues tiene que ser de las caballerizas repoblicanas...».

El acabar de comer con este postre se menciona con frecuencia en nuestros libros del buen tiempo: Don Antonio Hurtado de Mendoza, en el Entremés del Examinador micer Palomo: «VALIENTE. Yo he tenido quinientos desafíos; he hecho sobre el duelo dos comentos; seiscientos antuviones he pegado y he reñido cien veces en ayunas. MR. PALOMO. ¿Qué fuera al fenecer las aceitunas...?»

Este es un enemigo que obra secretamente y con grande artificio, y si los Comentadores hacen reflexîon conocerán, que no tanto los obliga á hacer los comentos el querer ilustrar á un Autor, como querer acreditarse ellos mismos. El amor propio engaña tambien á los sabios aparentes, haciéndoles creer que son sabios verdaderos, y que les importa que los demas lo conozcan.

Dice así: «Este fué el oráculo de la corte, el ansia de los extranjeros, el padre de las musas, el lince de la erudición, la luz de los teatros, la admiración de los hombres, el que de peregrinas virtudes estuvo adornado siempre, pues su casa era el abrigo de los desvalidos, su condición la más prudente, su humildad la más profunda, su modestia la más elevada, su cortesía la más atenta, su compañía la más segura y provechosa, su lengua la más cándida y honrada, su pluma la más cortesana de su siglo y que no hirió jamás con mordaces comentos la fama de ninguno ni manchó con libelos á los maldicientes, ni su oído atendió á las detractaciones maliciosas de la envidia, y éste, en fin, fué el príncipe de los poetas castellanos que suscitó con su sagrada poesía á griegos y latinos; pues en lo heróico fué culto y elevado, en lo moral erudito y sentencioso, en lo lírico agradable y elocuente, en lo sacro divino y conceptuoso, en lo amoroso honesto y respectivo, en lo jocoso salado y vivo, en lo cómico sutil y proporcionado.

Si no lo son, podrán escribirse mil y mil comentos, y cada comentador imaginar que el poeta quiso decir esto, aquello, lo de más allá, y aun cosas que al pobre poeta no se le ocurrieron en la vida. Comentos tales se han hecho ya del Quijote. ¿Por qué extrañar que se hagan del FAUSTO? Y si al FAUSTO se le culpa por esto de ininteligible, ¿por qué al Quijote no se le pone defecto igual?

Nunca la conversación de Guzmán ha sido tan varia, ni se le ha visto tan decidido a utilizar las provisiones de su memoria de artista y los recursos de su juicio de filósofo práctico, para que no decaiga el interés de sus relatos y comentos... Porque es indudable que Pepe Guzmán está convencido, o parece estarlo, de que las preocupaciones y tristezas de Verónica tienen el arraigo en el pasado suceso, en el temor de otro semejante y en algo que se relaciona inmediatamente con todo esto, que es lo mismo que la propia enferma acepta como fundamento y origen de su enfermedad; y sin embargo, y mientras él la habla y en tanto discurre por aquellas alturas, ella, con una impaciencia y un disgusto que disfraza con síntomas de su desconcierto nervioso, va pasando: «¡no es eso!..., ¡no es eso!» Y cuando él se despide, muy ufano, ella se queda más contrariada; no porque vuelve a verse sola, sino porque tampoco entonces se la ha hablado de algo de que debiera hablársela; «porque Pepe Guzmán tiene que convencerse de que en la situación de ánimo en que ella se encuentra, no pueden interesarla relaciones de casos extraños, por bien hechas que estén». Y Pepe Guzmán suele responder a estas anhelaciones faltando dos y tres noches seguidas a la tertulia.

Se habla de todo alegremente: los bruseleses hacen sus comentos locales; los viajeros se narran mutuamente sus aventuras y excursiones recientes; los artistas, los políticos y los literatos departen sobre los ramos que cultivan; las mujeres conversan sobre modas, flores y otras bagatelas agradables; la música completa la seduccion del interesante espectáculo; y el viajero se aleja luego de Brusélas llevando las mas gratas impresiones de esa capital hospitalaria, elegante, animada, liberal y progresista.

Nam longiore praefatione, vel excusare, vel commendare ineptias, ineptisimum est. Plin. Una de las cosas mas importantes para adelantar las letras es comentar, explicar, y aclarar los Autores originales fundadores de ellas; de modo, que si los comentos son buenos, dan mucha luz á los que se quieren instruir en las Ciencias.