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La tragedia de Honra de Dido restaurada, expone las pretensiones amorosas de Yarbas, rey de Mauritania, para obtener la mano de la reina de Cartago, y la muerte de ésta. En la Tragedia de la ruyna de Constantinopla, cabeza del imperio Griego, por Mahometo Solimán, Gran Turco, figuran muchos personajes alegóricos, como la imagen de la república, la discordia, la envidia y la ambición.

Una prueba de su acierto en imitar la antigua grandeza, se encuentra en la escena del templo de Júpiter, que hace de introducción, en donde Dido, rodeada de los próceres de su reino, anuncia al embajador del rey de Numidia su resolución de dar su mano á Yarbas, que amenazaba destruir á Cartago, y en la descripción de la lucha de la reina entre su amor á Siqueo, y su patriotismo, y principalmente en el desenlace, cuando la desdichada hunde el puñal en su pecho, en medio de los preparativos nupciales, y en vez de esposa ofrece un cadáver á su real amante.

Este bardo argentino dejó a un lado a Dido y Arjea, que sus predecesores los Varelas trataron con maestría clásica y estro poético, pero sin suceso y sin consecuencia, porque nada agregaban al caudal de nociones europeas, y volvió sus miradas al desierto, y allá en la inmensidad sin límites, en las soledades en que vaga el salvaje, en la lejana zona de fuego que el viajero ve acercarse cuando los campos se incendían, halló las inspiraciones que proporciona a la imaginación el espectáculo de una naturaleza solemne, grandiosa, inconmensurable, callada; y entonces el eco de sus versos pudo hacerse oír con aprobación aun por la península española.

Segunda parte de las comedias de D. Guillén de Castro: Valencia, por Miguel Sorolla, 1625. Engañarse engañando, El mejor esposo, Los enemigos hermanos, Cuánto se estima el honor, El Narciso en su opinión, La verdad averiguada y engañoso casamiento, La justicia en la piedad, El pretender con pobreza, La fuerza de la costumbre, El vicio en los extremos, La fuerza de la sangre, Dido y Eneas.

Las comedias que contiene son las siguientes: La honestidad ofendida de Elisa Dido, Los triunfos de San Miguel, El rayo de Andalucía, Los desagravios de Cristo, El invisible príncipe del Baúl, Las muñecas de Marcela, El Señor de Noches-buenas, El amor cómo ha de ser, La tragedia del duque de Verganza. Hijos ilustres de Madrid, por Baena.

Advierto al testigo que si ha dido por todos esos sitios que dice, ahora no va por buen camino. Absténgase de frases groseras y declare sencillamente la verdad. Después del cochero declaró el zagal. No tuvo importancia su declaración.

Aparecieron impresas por primera vez en el tomo VIII de El Parnaso español. Tales son dos tragedias, tituladas Dido y La destrucción de Constantinopla, de Gabriel Lasso de la Vega, impresas en su Romancero: Alcalá, 1587. Las tragedias de Gabriel Lasso de la Vega, que yo he leído después, son, sin duda, muy parecidas á las de Virués.

Es una señorita, mi querido doctor, llena de atractivos, y usted me permitirá que le reitere mis más entusiastas felicitaciones y plácemes sinceros contestole el doctor de las Vueltas, empleando el tono más melifluo de su voz. Es una nereida, una verdadera hurí, tiene la hermosura de Dido y el paso de una diosa... exclamó el otro doctor entusiasmado.

No; la víctima era ella; inocente y dulce criatura abandonada por un prometido infiel é ingrato. Se mostró llorosa como Dido después de la partida del hijo de Anquises; pero ella no había subido ¡ay! á la pira fatal, sino que había consumido su vida en las penas. Una reclusión completa había sido la consecuencia de la cruel decepción experimentada.

No había leído el sobre de la carta, que guardó azorado en el bolsillo. Pero no necesitaba leer nada. Estaba seguro; era de Serafina. En efecto; en el café de la Oliva leyó aquel pliego, en que la Gorgheggi se le quejaba como una Dido muy versada en el estilo epistolar. ¡Qué elocuencia en los reproches! Toda aquella prosa le llegó al alma.