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En el silencio de la cárcel resonaba cada vez más claro el doloroso canturreo que venía del calabozo: «Pa... dre... nu... estro... que estás... en los cielos...» Don Nicomedes no lo oía. Paseaba furioso por la habitación, conmoviendo con sus pasos el piso que servía de techo a su víctima. Por fin se fijó en el monótono quejido.

También en Pacífico Victoriano y en Ramón J. Torres, poetas vigorosos. Recto discípulo de Guerrero como Marfori luce amplio léxico, rico de color. Es lírico verdadero. ¡Si no se repitiera! Palma, de estro enfermizo, fué delicado, noble y correcto. Balmori es desigual. Tiene temperamento. Sabe decir muy bellamente..., cuando quiere. Pérez Tuells ha de cuajarse. Ya da mucho. Más promete.

Cesaron las convulsiones, pero vino como compensación fatal, como equivalente psíquico la creación genial. O lo que es igual, Valleumbroso ya no es un convulsivo, pero sigue siendo un epiléptico en el momento que siente el estro creador.

Pero donde brilla principalmente el estro de las jóvenes artesanas es en las coplas satíricas: no necesitamos añadir que el blanco preferente de sus sátiras es el mezquino, peligroso y sucio puerto de Sarrió. No suelen estar bien medidas las coplas; tampoco se ve en muchas de ellas el aguijón. ¡Qué importa!

Discúlpanla, ya que no la justifiquen del todo, la condición etérea y volátil del pensamiento y cierta preocupación amarga o picante que a todos nos estimula en el día. De ella puede afirmarse lo que afirmaba Lope, no del estro o tábano, sino de otra más ruin y aborrecible bestezuela: Como los celos eres, Que picas y te vas por donde quieres.

Sin duda carece de ese brillo y colorido poético seductor, y de ese estro y frescura juvenil de Las mocedades del Cid; pero en la vitalidad orgánica de toda la composición, en la superior disposición artística de sus materiales, no encontrándose detalle alguno ocioso que detenga en lo más mínimo la rapidez de la acción; en todas estas propiedades, repetimos, quizás aventaje, en nuestro concepto, á la obra de Guillén de Castro, no faltándole tampoco colorido poético brillante y original.

Hoy, si a la imaginación le exijen que versos , no se invoca al Helicón: sólo se pide al garçon una taza de café. Y, en vez del estro sincero que al corazón conmovía, se escribe una poesía con una pluma de acero, un chiste y una ironía. Musa que en mi edad pasada me inspiraste cariñosa cantos de amor, ve y reposa. Hoy necesito una espada, ríos de oro y acre prosa.

Sin duda que el poeta, allá en los tiempos antiguos, con inspiración inconsciente, con estro divino, agitado por un furor que le viene del cielo, crea personajes y acciones, que entrañan y simbolizan grandísimas verdades. Más tarde viene el crítico, el pensador dialéctico, el hombre frío y reflexivo, y va desnudando del símbolo las verdades en él ocultas, y deshace la poesía y crea la ciencia.

Fiado en este hechizo, trazó Leopardi el gracioso y lucrativo proyecto de una compañía o sociedad de oyentes, que se haría pagar por oír a los autores. El filósofo que inventa un sistema, el vidente que percibe al numen agitando su alma, y el poeta a quien el estro hiere y aguija con invencible brío, escribirán sus filosofías, sus poesías y sus visiones, aunque nada les valgan.

En cuanto á inventiva y fuerza de imaginación, y en cuanto á ese estro interior, fuente de la verdadera poesía, son de orden muy inferior los talentos de Solís, y en nuestra opinión casi se le dispensa más honor del que merece al colocarlo en lugar más bajo que á los dramáticos de segundo orden, y acaso al mismo nivel de Guevara y Matos Fragoso.