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Y como don Alvaro contesta con acento muy triste: «¡Ta, ta, ta, ta, ta!», el noble corazón de su esposa se enternece; y arrepentida ella de las frases duras que se le han escapado, se acerca a don Alvaro con cariño, y para función de desagravios le da un blando cogotazo, le pasa la blanca mano por la papada y le pega en las narices un amoroso capirotazo.

Entre las demás comedias de este poeta, en las cuales descuella menos esa prenda especial y distintiva, escritas con arreglo al carácter general de las demás obras dramáticas españolas, merecen mención especial El invisible príncipe del Baúl, de mucho ingenio y de mucha gracia verdadera, quizás comparable á Amar por señas, de Tirso de Molina; El vencedor de mismo, del ciclo de tradiciones de Carlomagno; Los desagravios de Cristo, que trata de la destrucción de Jerusalén por Tito; El conde de Saldaña, en dos partes, quizás la mejor obra dramática que trate de la historia de Bernardo del Carpio, y la que se ha sostenido más largo tiempo en el teatro, y, por último, El rayo de Andalucía, cuyo héroe es el famoso bastardo Mudarra.

Las comedias que contiene son las siguientes: La honestidad ofendida de Elisa Dido, Los triunfos de San Miguel, El rayo de Andalucía, Los desagravios de Cristo, El invisible príncipe del Baúl, Las muñecas de Marcela, El Señor de Noches-buenas, El amor cómo ha de ser, La tragedia del duque de Verganza. Hijos ilustres de Madrid, por Baena.

Sevillanas son repuso el Conde . No me cabe la menor duda. Entonces hizo un pomposo elogio de las sevillanas en general con claras alusiones a las dos que iban delante y que por tales tenía, y habló en voz mucho más alta que la que había empleado en la diatriba, a fin de que le oyesen ellas y sirviese su discurso como función de desagravios.

Vera Tassis asegura ser también suyas algunas otras y muy particularmente La Virgen de Madrid. El condenado de amor. El sacrificio de Efigenia, y Los desagravios de María. Con arreglo, pues, á estos datos, el número total de las comedias de Calderón que, en virtud de sólidas razones, han de considerarse verdaderamente suyas, asciende á 121.

Llegó a la catedral. Entró en el coro. El Palomo barría. Don Fermín le habló con caricias en la voz. Le debía muchos desagravios. ¡Cuántos sofiones inútiles había sufrido el pobre perrero! Ahora le halagaba, alababa su celo, su amor a la catedral; el Palomo, pasmado y agradecido, se deshacía en cumplidos y buenas palabras.

¡Perdóneme Dios, por lo que en esta carta miento! dijo la monja cerrándola ; la Inquisición tiene la culpa; para que no me cojan el embuste será necesario avisar á mi prima y á don Francisco, y gastar algunos doblones en la función de desagravios. ¿Quién había de pensar que el cocinero del rey era alguacil, ó familiar, ó espía de la Inquisición?

Don Francisco, que es muy buen cristiano, y muy caballero, venía á darme una cantidad de ducados, á fin de que mandase decir misa por el alma del difunto, y celebrar una solemne función de desagravios á su Divina Majestad por haber sacado de su templo un hombre para darle muerte. Esto es cuanto ha acontecido.

Tal función de desagravios es tan triste y tan incompleta que lo mejor es que no la haya. Lo mejor es que el Gobierno español no aspire á que el Sr. Cleveland declare que nos tiene algo á modo de lástima.

El Arcediano aspiraba a esta sucesión particular; creía pertenecerle por razón de su dignidad el honor de confesar a doña Ana Ozores. «Con el Obispo no había que contar; el Deán era un viejo que no hacía más que comer y temblar; en una procesión de desagravios cuatro borrachos le habían dado un susto, del que sólo se repuso su estómago; digería muy bien, pero no discurría; no pensaba más que lo suficiente para seguir vegetando y asistiendo al coro; tampoco había que contar con él.