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Gustos y disgustos son no más que imaginación .Calderón Este es uno de los trabajos más delicados y perfectos de Calderón, y que se distingue por su profundidad psicológica, por su análisis perspicaz del corazón humano, porque encadena nuestra atención, y por el enlace feliz que se observa entre su argumento y sus situaciones interesantes y bellas. La comparación de este drama con los datos históricos, que le han servido de base, prueba el arte inimitable del poeta para dramatizar y pulimentar una anécdota descarnada é insignificante, no exenta tampoco de cierta repugnancia. Su enredo, en la esencia, consiste en que el rey de Aragón menosprecia el amor de su esposa, prefiriendo á Doña Violante, dama de su corte. Sucede casualmente, que, estando la Reina de noche en una ventana de la habitación de Violante, se acerca á ella el Rey, y la requiere, engañado, de amores; la prudente señora finge, en efecto, ser Violante; acepta sus tiernas declaraciones, y lo provoca á llevar adelante sus propósitos. Con la repetición de estas entrevistas en la reja de la ventana, conquista de tal modo la Reina el corazón de su infiel esposo, que, cuando el misterio se aclara, se precipita éste en sus brazos arrepentido y avergonzado.

Belarmino, con su clarividencia psicológica, adivinó repentinamente que pretendían sobornarle. En otra ocasión, soltando la reserva de coraje y violencia para los casos extraordinarios, se hubiera descarado con los frailes. Pero en aquellos momentos, sangrante aún la herida que Bellido le había abierto y en estado de faraón crónico, lejos de enfurecerse, sintió una manera de alivio y esperanza.

Esta fijeza, esta permanencia concluye por ser molesta. Necesitamos desembarazarnos de este estorbo. Y ello no se logra más que con el olvido. Ahora bien: para olvidar una cosa, el único medio eficaz es comunicarla. Así, pues, los secretos van corriendo de boca en oído por la necesidad psicológica de olvidarlos.

Los de Lope de Vega, objeto ahora de nuestro examen, le son inferiores en este concepto. La alegoría, sin profundidad psicológica, es sólo representada grosera, no mediatamente; se echa de menos en ellos la abundancia y la delicadeza de las alusiones morales, y el profundo misticismo con que sus sucesores sellaron é idealizaron todas sus creaciones, iluminando al orbe con la luz del espíritu.

En esto se fija y esto logra pintar el autor de El celoso extremeño, de Rinconete y Cortadillo, de La ilustre fregona, de La Gitanilla y de casi todas las demás novelas ejemplares por donde, merced a su agudeza psicológica, nueva o antes casi nunca empleada en este género de ficciones, Cervantes viene a ser el padre o el fundador de la novela, tal como la concebimos y comprendemos en el día.

El poeta, según todas las probabilidades, se aplicó cuidadosamente á la composición de estas comedias; el argumento de casi todas ellas ofrece en su arreglo tanto artificio literario; se descubre en su plan tanta claridad, tanta madurez y reflexión; es tan grande la delicadeza psicológica que distingue á los caracteres, la simetría que se observa en la disposición de sus partes aisladas; tanta la sobriedad que se nota hasta en los pormenores más insignificantes, que, aun teniendo del poder del genio la idea más favorable, no se concibe que obras tan perfectas se hayan escrito improvisando, como acontece á muchas otras de Lope.

También la novela dió en distintos períodos de su vida una floración de libros que tuvieron por héroes á bandidos «simpáticos» ó tenebrosos y á policías «providenciales», y á nadie se le ocurre decretar por ello la supresión de dicho género literario. Al lado de la novela psicológica y de observación directa existirá siempre la novela de folletín. Y lo mismo puede decirse del teatro.

Acostumbrada a la monotonía de los Pepes Castro, cada nueva fase psicológica, cada sacudimiento de entusiasmo, cada desmayo o alegría o pena que sucesivamente advertía en su enamorado doncel le producían una grata sorpresa. Escrutaba su espíritu, se metía dentro de él con afanosa curiosidad y a la vez con apasionado cariño.

. Los argumentos psicológicos en favor de la substancialidad del alma, son meros paralogismos en la opinion de Kant, y si bien prueban una substancia ideal, no pueden nunca conducir á una substancia real. Este filósofo, á mas de las razones con que ataca la prueba psicológica de la substancialidad del alma, tenia una personal, que era muy poderosa para él, atendida la flaqueza del corazon humano: ó debía poner en duda la substancialidad del alma, ó consentir en la ruina de todo su sistema. «Seria, dice, un grande, y hasta el único escollo de toda nuestra crítica, la posibilidad de demostrar

El análisis lleva á descomponer, pero es necesario no llevar la descomposicion tan léjos que se olvide la construccion de la máquina á que pertenecen las piezas. Algunos filósofos á fuerza de analizar las sensaciones, se han quedado con las sensaciones solas; lo que en la ciencia ideológica y psicológica, equivale á tomar el pórtico por el edificio. Pág. 134.