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Pero aun así, no se comprende, parece producto del frenesí, parece una pesadilla, tan larga alegoría. No obstante, la segunda parte del FAUSTO, por cima de todo lo alegado en contra, se lee con interés. Esto consiste, en que la alegoría poética tiene y seguirá teniendo siempre alguna razón de ser.

Será por exceso de precaución díjele, comprendiendo su náutica alegoría y deseando darle alientos. ¡Qué precaución ni qué ... tiña! me replicó muy fosco! Soy ya casco viejo, vengo desarbolao, el puerto es obscuro y la barra angosta...; ¿para cuándo es el práctico, si no es para ahora mesmo? Tiene usted razón le dije, viéndole tan sereno. En estos trances se prueba el temple del espíritu.

Acaso mi interpretación sea la recta. De ella se deducirá entonces una moraleja muy semejante a cuanto acabo de decir en este artículo: que en fuerza de ser la culpa general, debemos olvidarla, haciendo antes el firme propósito de la enmienda. Es sin embargo, harto cruel y burlesca toda la alegoría que a tan buena moraleja nos conduce.

, señor, contestó con mucho reposo la mujer. Cuando usted guste, puede pasarse por mi casa, que mi marido le entregará la llave. ¿Qué retórico, por sábio que fuera, escribiria una alegoría más vigorosa, más bien expresada, más significativa, sin dejar de ser decorosa y honesta? Segunda curiosidad.

Estas vestiduras no son la misma deidad; pero son divinas y tienen la fuerza de elevar a quien las posee por cima de las cosas vulgares. En efecto, estas vestiduras envuelven a Fausto y le suben hacia las regiones etéreas. ACTO IV. Prosigue en él la alegoría, y en nuestro sentir es el menos divertido de todos.

Sin embargo, hay sólidas razones para creer que semejantes composiciones, atendida la afición de la Edad media á la alegoría, eran mucho más antiguas.

Si alguna vez nos olvidamos de la alegoría, y hasta nos parece que deja de haberla y que tocamos algo real, es porque Goethe, en virtud de sus monadas, de sus genios y espíritus elementales, de sus inteligencias misteriosas que mueven las cosas naturales, casi cree en los seres que evoca, por donde los seres que evoca toman cuerpo y dejan de ser figuras retóricas solamente.

Cuando Lope de Vega acometió la reforma literaria de este linaje de espectáculos, se apoderó de los elementos tradicionales, que los formaban, é introdujo en sus autos la alegoría; pero hízolo, en verdad, elevando á extraordinaria altura su valor poético.

Esta tabla, verdadera joya de arte, que representa una alegoría de la Concepción, ha sido unánimemente elogiada, y con razón dice de ella un crítico: «Lo grandioso del dibujo, la valentía de las actitudes y la riqueza del colorido superan á todo encarecimientoEn el mismo retablo se ven, pintados también por Luís de Vargas, los apóstoles San Pedro y San Pablo, los doctores de la Iglesia y el retrato del Chantre Juan de Medina, fundador de la capilla.

La sinrazon y extravagancia de esos maestros de la humanidad, puede hacerse sensible con una alegoría, siquiera la amenidad de las formas mortifique un tanto su profundidad filosófica. Bien necesita el lector algun solaz y descanso despues de tratados tan abstrusos, que todos los esfuerzos del escritor no alcanzan á esclarecer, cuanto menos hermosear.