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TERPSY. Vas a ver cómo se encadena todo. No tenía ganas de trabajar, y entonces me lancé a la vida alegre... Todas las noches iba al baile Vestris y allí danzaba para aturdirme... ¡Y nunca regresaba sola...!

El amor que Angelina me inspiraba no era ese que nos promete dichas y venturas, lisonjeando nuestra vanidad, halagando nuestro orgullo, y despertando risueñas esperanzas; ni ese otro abrasador, apasionado, que nos encadena a las plantas de soberbia beldad, sumisos a su capricho, esclavos de su hermosura, desesperados si nos desdeña, locos de felicidad si nos favorece con una sonrisa.

Carlos, embajador francés, pide una audiencia á Enrique; el arrogante Cardenal lo rechaza con orgullo. Carlos, solo con un amigo, le descubre el obstáculo, causa de la dilación de su regreso á Francia, que colmaría sus deseos, y es su ardiente amor á Ana Bolena, que estrechamente lo encadena.

Las comedias más conocidas de Leiba son las dos tituladas Cuando no se aguarda y La dama presidente , distinguiéndose la primera por su riqueza y vigor cómico, y la segunda por su feliz y gradual desarrollo, que encadena estrechamente el interés del espectador, habiendo otros muchos escritos suyos de igual mérito, como, por ejemplo, la comedia de intriga El honor es lo primero, que, por lo ingenioso de su plan y su desempeño, rivaliza con las de la misma clase de Calderón, y, además, la que lleva el título de Cueva y castillo del amor, verdaderamente admirable por sus abundantes imágenes y por ofrecer alguna semejanza con La vida es sueño; y otra, Los hijos del dolor, que se distingue por algunas escenas verdaderamente trágicas, y cuyo argumento es la historia de Juan Castriota y de su hijo, el famoso Escanderbeg.

§ II. Efectos fisiológicos. La accion de la alúmina produce á la larga una diátesis asténica que no solo escluye el eretismo como elemento esencial, sino que le encadena y evita.

Se felicita al Alma por su venida, y se la adorna con un bonete de loco. Agrádale bastante al principio la desenfrenada licencia de la nueva vida; pero pronto la encadena la Culpa, y la encierra en una prisión. Abre entonces los ojos á la luz, y se arrepiente de sus extravíos; viene en su ayuda la Inspiración ó la Gracia Divina, llamada por la Razón, y con su auxilio se liberta de la cárcel.

Gustos y disgustos son no más que imaginación .Calderón Este es uno de los trabajos más delicados y perfectos de Calderón, y que se distingue por su profundidad psicológica, por su análisis perspicaz del corazón humano, porque encadena nuestra atención, y por el enlace feliz que se observa entre su argumento y sus situaciones interesantes y bellas. La comparación de este drama con los datos históricos, que le han servido de base, prueba el arte inimitable del poeta para dramatizar y pulimentar una anécdota descarnada é insignificante, no exenta tampoco de cierta repugnancia. Su enredo, en la esencia, consiste en que el rey de Aragón menosprecia el amor de su esposa, prefiriendo á Doña Violante, dama de su corte. Sucede casualmente, que, estando la Reina de noche en una ventana de la habitación de Violante, se acerca á ella el Rey, y la requiere, engañado, de amores; la prudente señora finge, en efecto, ser Violante; acepta sus tiernas declaraciones, y lo provoca á llevar adelante sus propósitos. Con la repetición de estas entrevistas en la reja de la ventana, conquista de tal modo la Reina el corazón de su infiel esposo, que, cuando el misterio se aclara, se precipita éste en sus brazos arrepentido y avergonzado.

¡Cuán radiante en la lejana perspectiva del pasado, como lampo que emergiera de las ondas de un nublado 20 se destaca luminosa de la pálida penumbra, la apostólica figura del vidente mensajero del amor y la justicia, con su rostro de lucero y el hechizo de su genio que encadena y que deslumbra!

Como al fin y al cabo Octavio tenía veinte años y una imaginación nada apagada, y le bullía la sangre en el cuerpo, por más que en todo el pueblo no hubiese mujer capaz de inspirarle una pasión aérea y nerviosa como su entendimiento más que su corazón ansiaba, no pudo sustraerse á la ley que á todos los humanos encadena.

Comienza siempre con una situación que encadena el interés del público; le hace esperar algo, y le obliga á estar atento; después sigue la narración, que explica los hechos y circunstancias necesarias para la inteligencia del drama, y satisface de este modo la curiosidad de los espectadores, quienes poseen ya la clave para comprender lo que sigue.