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No hay que hablar, por tanto, de las comedias, cuyos materiales provienen de la historia antigua; ningún español se había propuesto estudiar estos asuntos bajo su aspecto histórico, y Calderón fué mucho más allá que ningún otro en su manera arbitraria de dramatizar á los mismos, y casi otro tanto puede decirse de las vidas de santos y de los argumentos tomados de la Iglesia católica, porque éstos se utilizan por lo general en su forma de leyenda, en lo cual concuerda nuestro poeta con cuantos le precedieron.

Gustos y disgustos son no más que imaginación .Calderón Este es uno de los trabajos más delicados y perfectos de Calderón, y que se distingue por su profundidad psicológica, por su análisis perspicaz del corazón humano, porque encadena nuestra atención, y por el enlace feliz que se observa entre su argumento y sus situaciones interesantes y bellas. La comparación de este drama con los datos históricos, que le han servido de base, prueba el arte inimitable del poeta para dramatizar y pulimentar una anécdota descarnada é insignificante, no exenta tampoco de cierta repugnancia. Su enredo, en la esencia, consiste en que el rey de Aragón menosprecia el amor de su esposa, prefiriendo á Doña Violante, dama de su corte. Sucede casualmente, que, estando la Reina de noche en una ventana de la habitación de Violante, se acerca á ella el Rey, y la requiere, engañado, de amores; la prudente señora finge, en efecto, ser Violante; acepta sus tiernas declaraciones, y lo provoca á llevar adelante sus propósitos. Con la repetición de estas entrevistas en la reja de la ventana, conquista de tal modo la Reina el corazón de su infiel esposo, que, cuando el misterio se aclara, se precipita éste en sus brazos arrepentido y avergonzado.

A Huberto no le gustaba mucho ver en su novia esa tendencia a dramatizar los hechos, a transformarse, súbitamente y sin pena, en enfermera. ¡Qué diablos! hay que ser razonable; no sería divertido si, una vez casados, tuvieran que suspender el curso ordinario de su existencia porque había algún enfermo en la familia; no deseaba este exceso de sensibilidad en la futura señora Martholl.