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Montó en su cabalgadura, siempre con la carabina en la diestra, y uniéndose á su camarada fueron á situarse los dos junto á la tropilla de caballos, dispuestos á defender hasta la muerte las cargas de sacos y fardos que representaban la fortuna de la comunidad. Rojas pareció olvidarlos, acercándose á Watson para preguntarle con ingenua emoción: ¿Qué le pasa, gringuito?... ¿Le han matado?

Peores golpes habían caído sobre él en su vida. Y se dedicó á sermonear á los pequeños para que fuesen prudentes. De todo lo que habían visto, ni una palabra á nadie. Eran asuntos que convenía olvidarlos. Y lo mismo repitió á su mujer, que hablaba de avisar al médico. Valía esto tanto como llamar la atención de la justicia. Ya iría curándose él solo; su pellejo hacía milagros.

Esta fijeza, esta permanencia concluye por ser molesta. Necesitamos desembarazarnos de este estorbo. Y ello no se logra más que con el olvido. Ahora bien: para olvidar una cosa, el único medio eficaz es comunicarla. Así, pues, los secretos van corriendo de boca en oído por la necesidad psicológica de olvidarlos.

Los discursos de aquel día memorable dejaron indeleble impresión en el ánimo de cuantos los escucharon. ¿Quién podría olvidarlos?

Bien sabía él que los señores se burlaban de esto, considerando casi como salvajes a los payeses de la isla; pero a los pobres hay que dejarles sus costumbres, olvidarlos, no turbar sus escasas alegrías. Ahora fue Febrer quien puso el gesto triste.

Además, en medio de su miseria, eran la única demostración de que allí vivía un intelectual. El cura, siguiendo las ojeadas del Indio converso, examinaba con aparente distracción los retratos y leía y releía los nombres impresos al pie, como si temiese olvidarlos.

Los pergaminos se abarquillaron, crujiendo y chasqueando, y las pavesas, absorbidas del foco de la hoguera, volaban envueltas en una nube de humo hasta desaparecer por el cañón de la chimenea. ¡Cuánto hubiera dado Lázaro por trocar en cosa tangible su memoria, para destruirla también! Cuando el hombre abjura de sus errores, debía tener el derecho de olvidarlos.

Querido maestro le dijo sencillamente Pedro , heme aquí de nuevo... semejante al hijo pródigo... En una palabra, he tenido graves disgustos... lanzándome para olvidarlos en una miserable vida de calavera... sin conseguir mi objeto... y vengo hoy a buscar ese olvido en el seno de mis antiguos amigos... no sin confesar que por ahí debiera haber empezado.

Lugares no excusados son estos á que poéticamente nombra jardines la gente de mar. Ni al restaurar las carabelas cabe olvidarlos, ni con aroma los sabrá describir quien no tenga la sal de los dos autores antináuticos con tanta frecuencia citados en esta exposicion. Háganlo ellos.

Lo notable en estos ensueños y que apoya las indicaciones que se sacan del moral, es que versan, en general, sobre los sucesos del dia, que se razona y se convence uno de su realidad mientras dura, para olvidarlos al despertar.