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Old Sam era un desertor de la marina inglesa, hombre inteligente y práctico. Tenía unos cincuenta años. Vestía marsellés y una gorra de pelo y llevaba el pito de plata, pendiente de un cordón de seda negro, enlazado en el ojal de la chaqueta. Franz Nissen, el timonel, era el que no abandonaba nunca la rueda del timón. Era un viejo ex presidiario que no hablaba con nadie ni se mezclaba en nada.

Mi alejamiento, que usted convierte en un crimen, es el mismo de todo el mundo. Un infeliz que cae tan bajo, es un apestado del que todos se apartan con horror. Esto no es, acaso, sublime, pero si muy humano. Nadie elige un presidiario por compañero habitual.

Pues señor... vivía en aquella casa un tío de la tal, hermano de la huevera, buen tipo, el mayor perdido y el animal más grande que en mi vida he visto; un hombre que lo ha sido todo, presidiario y revolucionario de barricadas, torero de invierno y tratante en ganado. ¡Ah! ¡José Izquierdo!... te reirías si le vieras y le oyeras hablar.

Se sentaron en un banco y Tragomer cogió en sus brazos al pobre mártir y le estrechó contra su corazón riendo y llorando á la vez. Jacobo, sin embargo, trataba de desasirse, como avergonzado. ¿No te causo horror? dijo con amargura. Mira mi traje y este número, que es ya mi único nombre, ¡Estás abrazando á un presidiario, Tragomer! ¡Bien sabes, sin embargo, que soy un asesino! ¡No!

Una vez que lo tuvo puesto y que estuvo calzado con sus zapatos, Jacobo apareció diferente de como estaba con la librea de presidiario; su estatura resultó más alta y sus hombros más anchos. Ya no parecía encorvado bajo el peso de su infamia, pero el semblante cetrino del penado podía aún denunciarle.

¡Pero se ha cometido un crimen! exclamó Jacobo con espanto. Veo todavía aquella mujer muerta, con su cabello rubio y su cara ensangrentada é informe... ¡Informe! ¿Quién era aquella mujer, si no era Lea? Eso es lo que vengo á preguntarte. El presidiario se torció las manos, angustiado por su ignorancia, que él creía mortal. ¡No ! ¡No puedo saber! ¿Cómo quieres que sepa? ¡Oh!

Su vida de horas antes, cuando aún no había recibido la carta, parecíale absurda y ridícula.. Ahora era otro hombre. Sonreía con lástima y vergüenza de aquel loco que el día anterior, llevando la escopeta al hombro, había emprendido el camino de la montaña para buscar a un antiguo presidiario, retándolo a bárbaro combate en la soledad del bosque. ¡Como si toda la vida del planeta estuviese concentrada en la pequeña isla y hubiera que matar para poder existir en ella!... ¡Como si no hubiese vida ni civilización más allá de la sábana azul que rodeaba a este pedazo de tierra, con su grupo humano de almas primitivas, petrificadas en las costumbres de otros siglos!

El ex presidiario se estremeció como si el viejo pudiese leer en su conciencia. Pero el duque había cambiado de nota: lloraba como un niño. Hijo mío decía , no quiero tener secretos para ti. Es necesario que te anuncie la desgracia que nos amenaza. Honorina quiere matarse esta noche; se lo ha dicho al doctor y ha enseñado su testamento a mi yerno.

Ya puedes hacer, amigo, lo que quieras, pero nunca serás más que un imbécil. O un bribón. Nos ha engañado como todos los demás. ¿De quién fiarse, gran Dios, si no se puede contar con un ex presidiario?... Después de esto, le habrán puesto quizás en la puerta. No, aun está en la casa. Entonces aun hay remedio. Yo le hablaré. Hay que jugarse el todo por el todo. ¡Vamos, pues!

¡Muy curioso! dijo Cristián. Verdaderamente francés! Amigo mío, contestó el secretario, no hay que andarse con prejuicios ante el peligro. Es mejor ser curado por un presidiario que morirse tratado por un santo. Yes. ¿Y hay otros? ; le indico muy particularmente un joven de buena familia condenado á perpetuidad por haber matado á su querida.