United States or Falkland Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y el conde obedecía gustoso sus insinuaciones, se iba dejando dominar por el ascendiente de aquella mujer tan débil de cuerpo como fuerte de voluntad. Una noche en que llegó a casa de Quiñones cuando aún no había nadie, le dijo la dama bruscamente: ¿Quién le ha puesto a usted ese clavel en el ojal, Fernanda? El conde, sonriendo ruborizado, hizo signo afirmativo.

El cochero pareció quedar satisfecho de su examen: entre las ricas pieles que forraban el abrigo del viajero, había descubierto su vista perspicaz lo que basta para constituir un gran personaje a los ojos del vulgo parisiense: asomaba una cintita amarilla y blanca por el ojal de su americana. ¡Il était decoré!...

Ya habrá conocido el lector, siendo tan perspicaz como yo le imagino, que mi amigo Braulio está muy lejos de pertenecer a lo que se llama gran mundo y sociedad de buen tono; pero no es tampoco un hombre de la clase inferior, puesto que es un empleado de los de segundo orden, que reúne entre su sueldo y su hacienda cuarenta mil reales de renta; que tiene una cintita atada al ojal, y una crucecita a la sombra de la solapa; que es persona, en fin, cuya clase, familia y comodidades de ninguna manera se oponen a que tuviese una educación más escogida y modales más suaves e insinuantes.

¿Es para darme un disgusto para lo que ha recurrido usted a Gerardo a fin de que le diese esa flor? pregunté a Luciana. Ha sido para ofrecérsela a usted, caballero respondió poniéndomela en el ojal. Su mal humor parecía disipado y Luciana sonreía embriagándome con su mirada y con el ligero aliento de sus labios. Besé aquellos finos dedos que me condecoraban con tanta gracia, y se firmó la paz.

Eran estos doña Inés y don Alvaro, don Andrés Rubio, el maestro de escuela don Pascual, el tendero murciano y doña Encarnación, su mujer; el padre Anselmo y don Paco, personaje principal de la fiesta. Venía este hecho un brinquillo, muy bien afeitado y peinado, con la levita nueva, regalo y obra de Juanita, y en el ojal con la condecoración azul que ella le había concedido.

Una sola nota discordante resaltaba en su traje, un detalle cursi, cursísimo, que sólo pudiera concebirse en algún peluquero afamado o en algún cantante italiano de segundo orden: la cintita amarilla y blanca que asomaba por el ojal de su americana de viaje.

No lo era Susana, sin embargo, aunque buena y débil; en la casa era ella el ama de llaves, la que lidiaba con sirvientes, la que organizaba y dirigía todo. Venía Jacinto: Nanita, vas a pegarme este botón, ¿verdad? y luego me das una puntada en este ojal y otra en el forro del chaqué. Eso es; así me gusta.

La señorita de la casa admiró con insinuante ponderación la gracia de la florecilla, y el joven, por no saber qué hacer ni qué decir, se la quitó del ojal, ofreciéndosela. Fué aquel un momento incomparable para Narcisa; tomó en triunfo la flor, y se la prendió en el pecho, rebosante de gozo....

Unas veces tomaba pie de alguna falta advertida en la ropa, botón caído, ojal roto, o cosa semejante. Otras, era que le ponían un chocolate muy malo para que reventara... ¡como que le quedan envenenar...!, o bien que dejaban los balcones y las puertas abiertas para que entrase un aire colado y le partiese.

He pedío la palabra al auto de que he visto que la vaca mía que fué bien trisná al puerto, vuelve en los puros huesos y con un ojal en salva sea la parte, que mete miedo; y como el hombre no gana su probeza tumbao panza arriba, y yo sudo los güétagos pa ver de conservar la que tengo, quiero que se me satisfaga, como es justo, al respetive de la vaca.