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El suelto delataba por lo cursi la pluma de Pedro López, y el resto de la charada fue descifrada sin mas que una leve duda... En buena hora que Martínez fuese el atleta; ¿pero cómo diablos podía ser Currita el ángel de la adivina?... Uno descifró el enigma. De manera muy sencilla... También Lucifer lo fue.

No sigas, Pepe dijo el doctor. Adivino lo que piensas. Soy un cursi. Conozco la frase: es un magnífico pararrayos para desviar el odio que instintivamente sienten todos contra esos hombres. Es cursi hablar mal de los jesuítas, afirmar que constituyen un peligro.

Aún se estremecen en Francia recordando la matanza de San Bartolomé, que duró veinticuatro horas. ¡Y aquí es cursi decir que hubo Inquisición! Hasta cerebros poderosos que funcionan como si estuvieran vueltos del revés se han encargado de demostrar que sus castigos no tuvieron importancia; que fué una institución digna de elogios; como quien dice un jueguecito para divertir al pueblo.

, Quintanar dice bien, esto es el paraíso, ¿qué nos falta a nosotros en él? Según Quintanar, nada más que música.... Oh, pues por música que no quede. Corro al salón a tocar la donna é movile, con el dedo índice, mi único dedo músico. ¡Qué cursi es esto según Obdulia!... ¡Una dama que no sabe tocar el piano más que con un dedo!

Otras veces, amigos, había que recurrir a la fuerza. Renunciar a una victoria que se consigue con los puños y sudando gotas como garbanzos, entre arañazos y coces, es ser un platónico del amor, un cursi; el verdadero don Juan del siglo, y de todos los siglos tal vez, vence como puede; es romántico, caballeresco, pundonoroso cuando conviene; grosero, violento, descarado, torpe si hace falta.

Levantábase temprano y se bañaba en su propia casa, por no querer rebajarse a ser náyade de un río tan pedestre y cursi como el señor de Manzanares. En las primeras horas del día, abiertos de par en par los balcones de la casa, que daban a Poniente, entraba un poco de fresco, y el cuerpo y el espíritu de la dama recibían algún consuelo.

Por supuesto, yo le eché de casa inmediatamente; pero volvió al día siguiente pidiendo perdón y que no lo haría más. Le abrimos otra vez la puerta, y le guardamos los panalitos... En fin, cuando se vuelva a Madrid, ya puede usted decir que ha estado en una reunión cursi, ¡pero cursi de verdad! No le falta a usted más que conocer a Cachupín.

Todo ello, expuesto así tan desnudo, resulta cursi, y hasta el detenerme yo a declarar que lo es, pues por sabido debiera callarse; pero de algún modo ha de saberse que otros toques, más cursis aún para referidos, como lo de las condiciones que necesitaba él en una mujer para salir de su escondite, y lo de las prendas de que había de estar adornado un hombre para que yo me decidiera a quererle, etc., etc., ya se habían dado en el cuadro con toda la premeditación y hasta el ensañamiento y la alevosía que caben en un galán muy listo y escarmentado, y en una dama no tonta y menos dispuesta a perder el tiempo en juegos insulsos.

Para obtener su admiración precisa ser un poco charlatán y cursi. Escritores conozco de indisputable mérito, tanto en España como fuera de ella, a quienes si se les quitase los granitos de charlatanería con que sazonan sus obras, dejarían en el mismo punto de ser populares. Pero sobre todas las cosas de este mundo, el hombre adocenado odia la medida.

No se da apenas sujeto que, al calificar a alguien de cursi, haga más que pagarle, porque es seguro que los calificados por él le califican a boca llena de lo mismo. ¿Será esto porque la cursería es una cualidad indeterminada y confusa? Yo creo que no, pues he notado que sucede lo propio con otras cualidades harto determinadas.