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Conozco la autoridad despótica que ese bribón ejerce sobre la desgraciada mujer. La fascina, la aturde, la espanta. Me la escamoteó en mis barbas, en San Francisco, con una destreza prodigiosa. Es hombre para encontrar un medio de alejarla y, después, ¡échala un galgo!

Perfectamente contestó Edmundo. ¿Ocurre algo? Nada. Sucedió una pausa, una pausa embarazosa. Edmundo continuaba con la puerta abierta; León recurrió a su dedo, que mostró a Edmundo. ¡Se peleó con él el maldito bribón! dijo, y partió en seguida.

Y todo porque un bribón desconocido ha cometido un crimen y con extremada habilidad ha sabido atribuírselo á ese infeliz, quien por su parte no parece sino que lo había preparado todo de antemano, á fuerza de desorden, de imprudencia y de locura, para que se le supusiese culpable y para que le fuese imposible probar que no lo era. Marenval empezaba á estar inquieto.

Prosiguió el señorito: Primitivo no es un bárbaro.... Pero es un bribón redomado y taimadísimo, que no se para en barras con tal de lograr sus fines.... ¡Demontres! Harto estoy de saberlo.... El día que nos vinimos... si él pudiese detenernos soplándonos un tiro a mansalva... no doy dos cuartos por su pellejo de usted ni por el mío.

A menudo y deliberadamente, solían darle largas diatribas contra él mismo, que sus compañeros de trabajo colgaban del gancho de su caja como original, pasándole inadvertidas frases tan lacónicas como éstas: «De-Hinchú es hijo del mismísimo diablo», «De-Hinchú es un bribón amarillo», y me traía aún la prueba tan contento, brillando sus ojos y sacando a relucir sus dientes con una sonrisa de satisfacción.

¡El cocinero mayor de su majestad dijo el bufón , es usurero! ¿Qué tiene que ver ese pecado mortal de Francisco Montiño para nuestro secreto? Esperad, esperad. El señor Francisco Montiño se vale para sus usuras, de cierto bribón que se llama Gabriel Cornejo. Veamos, veamos á dónde vais á parar. Me parece que voy viendo claro.

¡Ah! bribón redomado exclamó Quevedo , gato sin sueño, hurón de secretos; guardad por caridad el que habéis pescado esta noche, que ridículo fuera negároslo, y decidme por caridad también: ¿era ya pieza mayor del alcázar cuando en él andaba mi señor, el conde de Lemos?

; un día, al pasar por delante de las ventanas del salón, á Bobart que decía: "Esta pequeña es bastante bonita, pero imbécil como un ganso ..." ¡Viejo idiota! exclamó Roussel. ¡Despreciable bribón! dijo Mauricio. ¡Debe hacer una buena figura, añadió el joven, frente á frente de la señorita Guichard, en el gran comedor de Rouxmesnil!

Ramona vió de pronto con horror un rostro pálido donde brillaban dos ojos airados de loco. Pablito escuchó detrás una voz estridente que gritaba: ¡Toma, bribón! Y al mismo tiempo sintió un fuerte topetazo en la espalda. Volvióse rápidamente. Vió el semblante desencajado, fatídico, de Valentina, la cual blandía en la mano derecha un arma. El joven comprendió que estaba herido de muerte.

¡Bribón! ¡Infame! grité indignado. Me hizo notar marcadamente continuó, cómo Dawson, el más íntimo amigo de mi padre, había sido testigo del crimen, y me encontré tan completamente perdida en sus poco escrupulosas manos, como también vi comprometida la reputación del autor de mis días, que, después de una semana de inútil resistencia, me vi obligada a aceptar las condiciones impuestas y consentir en ese odioso casamiento.