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Ana empezó a hacerse cargo del drama en el momento en que Perales decía con un desdén gracioso y elegante: Son pláticas de familia de las que nunca hice caso... Era el cómico alto, rubio aquella noche flexible, elegante y suelto, lucía buena pierna, y le sentaba de perlas el traje fantástico, con pretensiones de arqueológico, que ceñía su figura esbelta.

El comedor es una pequeña pieza blanca; en las paredes cuelgan apaisados cuadros antiguos que como están completamente negros es de suponer que no son malos ; frente a la puerta destaca un armario, en que están colocados cuidadosamente los platos, las tazas, las jícaras, guarnecidos por las copas puestas en simetría de tamaños, dominado todo por un diminuto toro de cristal verdoso como los que Azorín ha visto en el museo Arqueológico.

Si Lyon, la segunda capital de Francia, es en extremo interesante bajo el punto de vista industrial, agrícola y comercial, no lo es ménos por su topografía y su valor artístico, moral y arqueológico.

El descanso de nuestro señorito consistió por lo pronto en dar vueltas por la sala como un lobo enjaulado, sin dignarse echar una mirada al arqueológico lecho. Así pasó algún tiempo en un estado de agitación que inspiraba lástima. Las mejillas se le iban inflamando. Sus ojos zarcos llegaron á inyectarse de sangre.

El capitán Bedoya, el gran anticuario, murmuraba del salón amarillo diciendo: «La Marquesa se empeña en llamar aquello estilo de la Regencia; ¿por dónde? como no sea de la regencia de Espartero...». Los muebles eran lujosos, pero estaban maltratados y lo que era peor, desde el punto de vista arqueológico, convertidos en flagrantes anacronismos.

Cada vez que algún Ayuntamiento radical emprendía o proyectaba siquiera el derribo de algunas ruinas o la expropiación de algún solar por utilidad pública, don Saturnino ponía el grito en el cielo y publicaba en El Lábaro, el órgano de los ultramontanos de Vetusta, largos artículos que nadie leía, y que el alcalde no hubiera entendido, de haberlos leído; en ellos ponía por las nubes el mérito arqueológico de cada tabique, y si se trataba de una pared maestra demostraba que era todo un monumento.

Ana se sentía transportada a la época de D. Juan, que se figuraba como el vago romanticismo arqueológico quiere que haya sido; y entonces volviendo al egoísmo de sus sentimientos, deploraba no haber nacido cuatro o cinco siglos antes.... «Tal vez en aquella época fuera divertida la existencia en Vetusta; habría entonces conventos poblados de nobles y hermosas damas, amantes atrevidos, serenatas de Trovadores en las callejas y postigos; aquellas tristes, sucias y estrechas plazas y calles tendrían, como ahora, aspecto feo, pero las llenaría la poesía del tiempo, y las fachadas ennegrecidas por la humedad, las rejas de hierro, los soportales sombríos, las tinieblas de las rinconadas en las noches sin luna, el fanatismo de los habitantes, las venganzas de vecindad, todo sería dramático, digno del verso de un Zorrilla; y no como ahora suciedad, prosa, fealdad desnuda». Comparar aquella Edad media soñada ella colocaba a D. Juan Tenorio en la Edad media por culpa de Perales con los espectadores que la rodeaban a ella en aquel instante, era un triste despertar.

Lo que creo es que intenta vender en buen precio la ilustre osamenta, y esta adquisición me parece inestimable para la colección del Museo Arqueológico. Un hallazgo tan importante haría la felicidad de cualquier docta Corporación. Sindulfo es un sabio y un valeroso cazador de jirafas, y, aunque parezca raro, es dulcemente enamoradizo.

La idea fué buena, por mas que en nuestros dias sea moda censurarla afectando tal vez mas amor al arte del que se tiene: porque ni á un obispo le es permitido postergar el interés religioso al interés arqueológico, ni es probable que la suntuosa Aljama de los Umeyas hubiese subsistido contra los embates del tiempo, del fanatismo, y del esclusivismo artístico de algunas épocas pasadas, á no hallarse bajo la egida del culto católico, que, aun en los dias de mayor intolerancia y barbarie, solo ha consentido se alterase una parte mínima de sus bellezas.

Por entre los botes de pomadas y cosméticos; por entre las cajas de alfileres y juguetes, se descubría el perfil arqueológico de una vieja que era ama, dependiente y aun fabricante de algunas drogas. Más allá había otra tienda obscura, estrecha y casi subterránea en que se vendían papel, tinta y cosas de escritorio, amén de algún braguero ú otro aparato ortopédico de singular forma.